El día que llamé a Mélida Ruiz acababa de llegar del monte, un aguacero la había cogido por el camino, sus ropas estaban empapadas y sus botas de caucho muy embarradas luego del recorrido que habitualmente hace por la Serranía del Peligro.
Mélida es guardabosque del Parque Regional Natural El Peligro, un área protegida de 2.847 hectáreas compartida por los municipios de Arcabuco y Moniquirá, y declarada por Corpoboyacá a través del Acuerdo 022 de 2009. Allí se encuentra una zona boscosa que hace parte del corredor de robles Iguaque – Guantiva – La Rusia, entre los departamentos de Boyacá y Santander.
En medio del aislamiento preventivo, producto de la cuarentena declarada por el gobierno, Mélida sale de su casa muy temprano a recorrer la zona para verificar que todo esté bien.
“Usted sabe que en el campo uno no para, siempre hay algo que hacer en la casa y a pesar de la cuarentena yo tengo que ir a dar vuelta al parque”, me cuenta al otro lado de la línea. Su mayor dificultad por estos días ha sido el transporte, ha disminuido por las restricciones de movilidad y es más costoso. Debe pagar entre 17 y 20 mil pesos por el viaje de su casa a la entrada al Parque.
Aunque en este no se desarrollan actividades de ecoturismo, los recorridos con profesores y estudiantes universitarios o funcionarios para hacer interpretación de naturaleza o toma muestras están suspendidos. Mélida, sin embargo, debe hacer monitoreo periódico de la zona en el marco de su labor como guardiana del roble en jornadas de 6 o 7 horas a través del bosque.
A pesar de estos controles y dada las características del área a su cargo no puede evitar que se presenten situaciones como las registradas durante la Semana Santa con episodios de cacería y extracción de material vegetal con destino al Domingo de Ramos.
Los infractores ambientales no están en cuarentena y la ganadería sigue haciendo presencia en algunos puntos de la Serranía, aunque la declaratoria del Parque condujo al cierre de una mina de caolín y a la reducción significativa del tráfico de madera.
Tala y caza en el Occidente
Johana Castro, bióloga de la Fundación Proaves, que tiene a su cargo la reserva El Paujil, en el corregimiento de Puerto Pinzón, en Puerto Boyacá, relató que a partir de las medidas de aislamiento debieron ajustar el cronograma de trabajo de los guardabosques para intensificar el patrullaje de linderos.
Los recorridos han permitido establecer problemas en varias de las áreas protegidas que administran, en donde las autoridades ambientales relajaron su presencia y los depredadores incrementaron acciones de cacería de fauna silvestre y deforestación.
A raíz de esta situación el personal de la Fundación se ha mantenido alerta tanto en las áreas protegidas como en sus zonas de influencia. En particular, para el caso de la reserva El Paujil, el equipo a cargo realiza monitoreos periódicos de seis y siete horas diarias a pie con el fin de revisar los linderos, y aunque en el predio custodiado no se han presentado dificultades de ese tipo, los vecinos de El Paujil reportan el incremento de la cacería de ejemplares de la fauna silvestre.
Además de esta labor, los guardabosques de la reserva adelantan actividades paralelas de rehabilitación forestal, mantenimiento de la infraestructura y cuidado de las especies objeto de conservación como el Crax Alberti o paujil de pico azul, ave endémica y en peligro de extinción.
Visitantes infractores
La situación en el Santuario de Fauna y Flora de Iguaque ha sido relativamente tranquila, así lo reportó el jefe de esta área protegida de carácter nacional, William Zorro en diálogo con entreojos.co.
El funcionario indicó que una parte del personal está laborando de manera remota y otra está a cargo de los operativos de control y vigilancia en este parque natural de 6.923 hectáreas, localizado entre los municipios de Villa de Leyva, Arcabuco y Chíquiza.
A través de tales desplazamientos se ha logrado determinar la presencia de visitantes ocasionales que infringen las restricciones de movilidad e ingresan al Santuario por senderos no autorizados.
Además de las labores de vigilancia, los guardapáramos continúan con la producción de material vegetal en el vivero situado en el sector Carrizal. Allí se producen alrededor de siete mil plántulas anuales con destino a los proyectos de restauración.
Iguaque junto al Parque Natural El Cocuy son los espacios naturales de orden nacional que mayor presencia de turistas registran al año en Boyacá. Al Cocuy pueden llegar 15 mil personas, al Santuario de Iguaque unas 10 mil de acuerdo con los datos de la Unidad Administrativa Especial de Parques Naturales.
En cuarentena los guardabosques y guardapáramos se han mantenido activos en terreno, mientras las autoridades ambientales están a la expectativa de la ocurrencia de delitos ambientales para intervenir cuando sean requeridas.