Puerto Boyacá, Páez, Berbeo, Miraflores y Maripí son los municipios boyacenses en los que se ha detectado la presencia de este molusco procedente de Tanzania y Kenia (Africa) que ataca a 800 especies de plantas entre ornamentales, tubérculos, frutales hortalizas y árboles.
Su aparición representa además un riesgo crítico para la salud pues la Achatina fúlica, como se le conoce científicamente, transporta nemátodos responsables de provocar enfermedades como Ileocolitis eosinofílica que se manifiesta a través de la trombosis en los vasos que irrigan el intestino y otros órganos abdominales y que ocasionan cuadros de apendicitis, meningitis, inflamación de tejidos, diarrea, fiebre y hasta la muerte, de acuerdo con la alerta que también ha generado el Instituto Colombiano Agropecuario (ICA).
Medidas de control
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Corpoboyacá ha advertido a las autoridades locales y a las comunidades que el caracol gigante africano prefiere ambientes en donde se presente inadecuada disposición de desechos orgánicos, suelo húmedo y residuos vegetales, condiciones ideales para su desarrollo.
Ante el riesgo que representa, el Ministerio de Ambiente dispuso desde 2011 que tanto las Corporaciones Autónomas Regionales como las entidades del sector agropecuario deben adoptar medidas para controlar y erradicar a esta especie invasora.
La instrucción implica que de manera permanente se realicen operativos de control y vigilancia al comercio de animales vivos y el transporte de mercancías de origen vegetal o animal de tipo silvestre, “especialmente en los sitios donde está detectada la especie”.
Otra medida de prevención tiene que ver con implementar cuarentenas, cuando sea necesario, frente al comercio agrícola y pecuario con el propósito de vigilar el movimiento de plantas de vivero o de tierra para cultivo, y evaluar si estas pueden contener huevos de Achatina fúlica, además de impulsar jornadas de sanidad en los cultivos para reducir la proliferación de esta plaga.
Incinerarlo, la mejor opción
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La resolución 654 de 2011 establece que su recolección debe hacerse manualmente y para ello es imperioso el uso de guantes y tapabocas pues el contacto con su baba resulta altamente peligroso para la salud. En cuanto a su eliminación, la norma contempla varias opciones, unas de tipo físico y otras de carácter químico. Entre las primeras está almacenarlos en bolsas plásticas o en recipientes con agua que puedan cerrarse a presión y así provocar su muerte por ahogamiento.
Las acciones de tipo químico incluyen la aplicación sobre el cuerpo del caracol gigante africano, no sobre su concha, de arsenato de calcio, sal común o algún molusquicida debidamente aprobado por el ICA cuyo principio activo sea el metaldehido o Methiocarb.
Los expertos recomiendan a la comunidad que su recolección debe hacerse bajo la vigilancia de las autoridades sanitarias y ambientales, que sus desechos no pueden llevarse a sitios de disposición final de residuos sólidos y que en la medida de lo posible debe procederse a su incineración.
Corpoboyacá reportó que en los municipios de su jurisdicción se mantienen acciones de monitoreo constante, de educación y prevención, de adquisición de insumos para el control de caracol gigante africano y de recolección en cooperación con otras entidades.