Fueron en total 19 meses de trabajo, entre febrero de 2018 y septiembre de 2019, durante los cuales científicos del Instituto Humboldt y de la UPTC, y líderes comunales de Boyacá, recorrieron el páramo, el bosque alto andino y la selva húmeda tropical presentes en esta región del país. La información recopilada es muy valiosa y los investigadores ya tienen sus primeras conclusiones.
Sandra Galeano, coordinadora de las expediciones Boyacá Bio, se refirió en primera instancia a la preocupación de los habitantes del campo por el deterioro de la vegetación del páramo y sus consecuencias en el suministro de agua para su subsistencia.
Galeano, en diálogo con entreojos.co, sostuvo que la relación entre los páramos y los campesinos es madura y estrecha. “Los campesinos tienen un conocimiento muy estrecho de la vegetación y la riqueza del páramo, ellos han hecho uso de esas tierras para su subsistencia, lo han hecho desde sus abuelos”, comentó la experta del Instituto de Investigaciones Biológicas Alexander von Humbodt.
“Algo que nos pareció interesante es que en muchas de las comunidades a las que fuimos hay una concientización, hay un conocimiento de la necesidad de conservar esos páramos; también nos dimos cuenta que los campesinos hacen ejercicios de conservación a baja escala como el cercado de los nacimientos de agua”, explicó Sandra Galeano.
También reveló que durante los recorridos advirtieron la regeneración de algunas áreas del páramo de Bijagual, en particular por las restricciones generadas por su delimitación, una realidad que obliga al Estado a procurar alternativas de subsistencia para quienes viven en la zona.
Galeano señaló que las comunidades rurales comprenden que debe hacerse un uso sostenible de los recursos para garantizar su provisión y la supervivencia de las especies.
Rabanal, un deterioro advertido
Foto: Felipe Villegas / Instituto Humboldt
El periplo por el páramo de Rabanal, en jurisdicción de Samacá, le permitió a la misión de expertos documentar el impacto negativo de la minería y la agricultura en ese ecosistema, “era algo de esperarse por el uso del suelo. Encontramos el páramo más intervenido, cultivos muy adentro de páramo, frailejonales menos maduros y fragmentos de bosque muy pequeños,”, señaló la funcionaria del Instituto Humboldt.
Los resultados de esta expedición servirán de base para que las autoridades locales, regionales y ambientales promuevan un adecuado ordenamiento del territorio y un apropiado uso de la tierra.
En contraste, los análisis de las visitas a otras zonas permitieron establecer que hay áreas importantes por su aporte a la regulación hídrica en mejor estado de conservación como el páramo El Consuelo entre Belén, Cerinza y Tutazá.
La deforestación preocupa
A la pregunta sobre cuáles fueron los principales conflictos que percibieron durante los desplazamientos, Sandra Galeano fue categórica: “la deforestación es el principal problema, especialmente en el Magdalena Medio y el piedemonte llanero”.
Al revisar la evolución histórica de los mapas de estas áreas, se aprecia una reducción progresiva de los bosques. “Esa es la principal amenaza. En algún momento fueron bosques continuos, hoy se ven muchos parches y ese es un reflejo de lo que también está pasando en Amazonas, Caquetá, Chocó”.
Noticias alentadoras
“La diversidad de Boyacá es increíble”, destacó la investigadora del Humboldt. A pesar de los conflictos por el uso de los recursos naturales, la riqueza natural del departamento es muy valiosa y diversa. Su afirmación se relaciona con la variedad de alturas y climas presentes en esta parte del país que van desde las nieves perpetuas y los páramos, pasando por los bosques alto andinos y el bosque húmedo tropical del Magdalena Medio y el piedemonte llanero.
“Los investigadores están muy emocionados por las especies de plantas y animales que se encontraron. El material recopilado es muy valioso. Lo acopiado, lo colectado te dice mucho de la biodiversidad de esas zonas, son zonas que aún desconocemos pero que tienen muchas sorpresas en términos de biodiversidad para nosotros como biólogos, porque están en zonas muy únicas”, afirmó Galeano.
Foto: Felipe Villegas / Instituto Humboldt
En la Serranía de las Quinchas, por ejemplo, los científicos encontraron gradientes altitudinales que van de los 200 a los 1.200 metros de elevación, lo que representa una inmensa riqueza en términos de fauna y flora.
“En los páramos encontramos unos rangos altitudinales que no son tan amplios, cuando llegas a zonas de tierras altas encuentras poca variedad de algunos grupos de aves y anfibios. En Quinchas y el piedemonte llanero, por el contrario, la diversidad de anfibios, reptiles, plantas y de aves es altísima”, sostuvo Sandra Galeano.
Tener tierras desde el Magdalena Medio hasta el Cocuy, con alturas de casi 5 mil metros sobre el nivel del mar, hacen de Boyacá algo muy único y evidencia la gran diversidad presente en este territorio.