Galeano fue la coordinadora de los 17 recorridos biológicos que tuvieron lugar entre febrero de 2018 y septiembre de 2019 en ecosistemas de páramo, bosque alto andino, bosque húmedo tropical, bosque seco y en el lago de Tota, en el marco del programa Boyacá Bio impulsado por la Gobernación de Boyacá y financiado con recursos de regalías.
Boyacá Bio se fijó como meta identificar el potencial y las posibilidades de la biodiversidad del departamento, y como parte de las acciones previstas se planeó el desarrollo de expediciones en el área rural de 27 municipios.
Sandra Galeano dijo que uno de los aspectos a destacar está relacionado con que la recolección de la información fue posible gracias al trabajo articulado entre los científicos del Instituto Humboldt y la UPTC, y los campesinos de las zonas visitadas.
“Se dio un diálogo de saberes entre las comunidades y los científicos. Los científicos les enseñaban los campesinos lo que ellos conocen sobre una planta, y los campesinos enseñaban a los científicos lo que ellos conocen tradicionalmente de esa planta”, explicó la coordinadora de las expediciones.
Sandra Galeano agregó que esta labor conjunta permitió llegar a una comprensión general del valor de las plantas observadas, y de cómo son utilizadas por los pobladores rurales. “De esta manera se obtienen datos sobre la riqueza de un territorio y es más valioso que cuando un científico llega, le da un nombre a una planta y se va”, anotó.
La experta dijo además que esta metodología fue utilizada en siete de las expediciones, especialmente en la alta montaña. Sobre los resultados parciales de las observaciones, Galeano confesó que se sorprendió al identificar, por ejemplo, en el páramo El Valle, entre Arcabuco y Cómbita, vegetación de la que no se tenía registro en Boyacá. Para el caso de esta área paramuna son 14 especies de plantas reportadas por primera vez en el departamento.
Amenazas advertidas
Sandra Galeano, coordinadora de las expediciones Boyacá Bio. Foto: Felipe Villegas / Instituto Humboldt
Los investigadores del Instituto Humboldt y de la UPTC, y los campesinos que acompañaron los desplazamientos, documentaron las amenazas a las que están expuestas las especies de fauna y flora.
En el páramo de Rabanal es evidente el efecto de la agricultura y de la minería del carbón sobre ese ecosistema. “Esta fue de las zonas donde encontramos el páramo más intervenido con cultivos muy adentro, frailejonales menos maduros y fragmentos de bosque muy pequeño, muy diferente a lo que vimos en los páramos El Valle y El Consuelo», señaló la coordinadora de las expediciones.
Un panorama similar se advirtió en el Magdalena Medio y en el piedemonte llanero. Allí los expedicionarios fueron testigos del deterioro que por décadas ha sufrido el bosque húmedo tropical. La deforestación a lo largo de los años ha sido avasalladora.
“Cuando ves los mapas y las imágenes te das cuenta de la transformación histórica, de la reducción de los bosques que en algún momento fueron bosques continuos y en los que hoy se ven muchos parches”, aseguró Sandra Galeano, coordinadora de las expediciones Boyacá Bio.
En las próximas entregas de entreojos.co sobre este tema les contaremos cómo se dio el trabajo con la comunidad, cómo se presentarán los resultados y cómo esperan los investigadores que las autoridades hagan efectivas sus recomendaciones.