La comunidad se ha capacitado en técnicas para la observación efectivas de las aves. Imagen: entreojos.co

Investigadores comunitarios, protagonistas en la observación del cóndor andino

La especie está en peligro de extinción y se precisan acciones para garantizar su supervivencia.

El reporte de 19 cóndores andinos (Vultur gryphus) avistados por personal apostado de manera simultánea en los municipios de El Cocuy, Güicán de la Sierra, San Mateo, Chiscas y Susacón, para el Censo del Cóndor de la Ecorregión Andina puede, en una primera mirada, ser alentador, pero al verlo en contexto hay que considerar sus matices.

Claudia Rivera, profesional de la Subdirección de Ecosistemas Estratégicos de Corpoboyacá, lo explicó así al responder al interrogante de si este dato permitía inferir la presencia constante de estas grandes aves en la jurisdicción del departamento:

“Teniendo en cuenta la metodología de censo simultáneo, esto no significa que siempre estén presentes. Recordemos que los cóndores usan áreas muy extensas de vuelo para buscar alimento, refugio y lugares de anidación”.

La precisión es relevante en un territorio de montañas conectadas por corrientes térmicas, donde el cóndor —carroñero, planeador, viajero de grandes distancias— no entiende de límites administrativos.

Una segunda lectura del resultado aparece cuando se pregunta si estos avistamientos prueban una recuperación poblacional o un aumento de la reproducción. Rivera recomienda tener prudencia: el dato puede reflejar mayor presencia, sí, pero también mejor capacidad de muestreo frente a mediciones anteriores.

“El resultado puede significar que hay mayor presencia de la especie en el territorio, pero también que se aumentaron los puntos de muestreo… con 15 observadores del grupo de Investigadores Comunitarios y dos biólogos de Corpoboyacá, con respecto al censo del 2021…”.

Y allí se abre una clave: el censo no solo mide cóndores; también mide la maduración de una red humana capaz de observar, registrar y reportar.

En el caso boyacense, esa red se apalanca en la estrategia Bosques, comunidades y aves, implementada desde 2020, a través de la cual se ha capacitado a pobladores en metodologías de investigación, observación y toma de datos, articulando saber local y conocimiento técnico.

Aquí rivera planteó una consideración adicional al enfatizar en que un censo puntual permite una aproximación al tamaño aparente y distribución en un momento específico, pero no reemplaza un monitoreo continuo ni el seguimiento de reproducción.

“Para poder entrar a analizar dinámicas poblacionales… se requiere más que un censo; es preciso conocer puntos de nidos activos, realizar un muestreo constante en estos puntos… algo que se puede llegar a realizar, pero a futuro…”.

La ruta, entonces, implica pasar del “conteo simultáneo” al “seguimiento permanente”: identificar sitios de anidación, establecer esfuerzos de observación repetidos en el tiempo, y sostener la formación comunitaria para que el monitoreo no dependa únicamente de equipos técnicos que, por presupuesto y logística, no pueden estar siempre en campo.

Boyacá, zona de refugio

El cóndor andino figura como especie vulnerable en la Lista Roja de la UICN. Imagen: Corpoboyacá.

Rivera planteó que la recuperación del cóndor andino no depende únicamente de conteos puntuales.

“El cóndor andino es una especie en peligro crítico; su recuperación requiere muchos esfuerzos a nivel nacional e internacional. Por ejemplo, es muy valioso el trabajo de reproducción en cautiverio que están realizando los zoológicos del país”, afirmó.

En Boyacá, sin embargo, el panorama ofrece oportunidades. De acuerdo con la funcionaria, a escala regional existen áreas que brindan refugio, anidación y alimentación para la especie.

El reto —dice— es sostener y ampliar el trabajo local con las comunidades:

“Es necesario realizar más ejercicios pedagógicos con las comunidades aledañas, no solamente al nevado de El Cocuy sino también en otras zonas, porque en Susacón también se tienen registros. Eso nos abre el panorama para seguir fortaleciendo la ciencia ciudadana y conocer qué pasa con la fauna, en este caso con las aves de la región”.

Ese énfasis conecta con lo que ya viene ocurriendo en las provincias de Norte y Gutiérrez, donde avanzan procesos de investigación comunitaria.

“La articulación que se realizó con este censo es importante y hay que sostenerla para el próximo año: poder repetir el ejercicio con investigadores comunitarios más preparados y con más personas”, concluyó.

Un poco de contexto

Durante dos días —7 y 8 de noviembre—, decenas de personas levantaron la mirada al cielo en puntos estratégicos de alta montaña. No era un ejercicio turístico ni una simple jornada de avistamiento: se trató del Censo del Cóndor de la Ecorregión Andina, realizado de manera simultánea en Boyacá, Cundinamarca, Santander y Norte de Santander, como parte de la implementación del Plan de Conservación Regional del Cóndor Andino.

La coordinación interinstitucional vinculó a las corporaciones autónomas regionales —CAS, Corpoboyacá, Corponor, CDMB, CAR Cundinamarca y Corpoguavio—, con apoyo de aliados como Fundación Neotropical, Fundación Cóndor Andino (Ecuador) y el Parque Jaime Duque.

A escala global, el cóndor andino figura como Vulnerable en la Lista Roja de la UICN; en Colombia, el panorama es más delicado: el Libro Rojo de Aves de Colombia lo ubica como En Peligro Crítico (CR).

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