Duitama, Boyacá. En el marco del Encuentro de Páramos convocado por WWF y Parques Nacionales Naturales, con el apoyo del Banco Itaú, se desarrolló el conversatorio “Más allá de los frailejones” en el Hotel Nivari de Duitama.
El evento reunió a expertos, funcionarios y miembros de comunidades locales para dialogar sobre los desafíos de conservar los ecosistemas de alta montaña, cruciales para el abastecimiento de agua en Colombia.
La primera pregunta del conversatorio abrió el debate sobre qué deben hacer las instituciones y las comunidades para proteger de manera efectiva los páramos. María Teresa Becerra, especialista en frailejones, fue clara: “Debemos preguntarnos cómo recuperar las dinámicas ecológicas de los páramos ya intervenidos”. Su intervención apuntó a la urgencia de actuar de manera conjunta entre autoridades, academia, ciencia y comunidad para restablecer el equilibrio ambiental.
El profesor Orlando Vargas, de la Universidad Nacional, reforzó esa visión señalando que es esencial vincular a las comunidades en los procesos de restauración. También expresó preocupación por los retrasos en la implementación de la Ley de Páramos (Ley 1930 de 2018), especialmente en lo relacionado con su financiamiento. “No todos los frailejones se adaptan a todo tipo de páramos —advirtió— y muchas veces las jornadas de siembra responden más a intereses publicitarios que a criterios técnicos”.
Desde Parques Nacionales Naturales, Martha Díaz Leguizamón, subdirectora de Gestión y Manejo, insistió en que es necesario ampliar la mirada hacia el bosque alto andino y otros ecosistemas que colindan con el páramo. “Hay que armonizar lo ambiental con lo político, lo social y lo productivo”, dijo. También propuso conformar redes de acción que potencien los esfuerzos de restauración y conservación.
Jorge Bedoya, profesional del Instituto Humboldt y líder del componente de conservación del proyecto GEF Páramo para la Vida, sumó a la discusión la necesidad de vincular a sectores tradicionalmente ausentes en estos espacios: “El sector agrícola y ganadero debe estar en estas conversaciones. Ellos son beneficiarios directos del agua que provee el páramo”.
La voz de la experiencia rural también tuvo eco en el conversatorio. Mireya Pérez, mujer campesina del municipio de El Espino, relató los aprendizajes obtenidos en el proceso de germinación de frailejones en el vivero local: “Hemos fallado, pero también hemos aprendido de la naturaleza. Sabemos qué especies funcionan y cuáles no en ciertos suelos y altitudes”.
Fabio Muñoz, jefe del Santuario de Fauna y Flora Guanentá Alto Río Fonce, recalcó la importancia de lograr consensos sobre la función y valor del páramo. Enfatizó que la restauración pasiva, que consiste en aislar áreas esperando su recuperación natural, no siempre funciona. “La restauración activa, como la germinación y siembra de frailejones en viveros especializados, puede ofrecer mejores resultados”, sostuvo.
Muñoz compartió cifras alentadoras: de las 10.429 hectáreas del Santuario, 3.000 son de páramo, y solo 30 de ellas presentan presiones por quemas o actividades agropecuarias. Este logro se ha consolidado mediante el diálogo con comunidades vecinas y el desarrollo de tres viveros que integran el Centro de Investigación y Educación para la Conservación de Especies de Páramo, donde actualmente se cultivan más de 40 mil plántulas.
El cierre del conversatorio retomó el mensaje clave de María Teresa Becerra: “Cada páramo es único. Debemos investigar y entender sus particularidades para que nuestras acciones sean realmente efectivas”.
El evento dejó claro que los frailejones, símbolo de los páramos, son apenas la puerta de entrada a una discusión más amplia que compromete a todos los sectores y niveles del país.