Andrea García vio desde su infancia como la actividad de la que subsistía su familia en Villapinzón, Cundinamarca, contaminaba al río Bogotá.
Sus abuelos, sus padres, sus vecinos se dedican desde hace más de 50 años a procesar artesanalmente las piles de animales, especialmente de ganado bovino, para transformarlas en el cuero con el que se fabrican las correas, los zapatos y las carteras que todos consumimos, y cuyos desechos van a parar al cauce del río.
Andrea, hoy estudiante de Química de la Universidad Pedagógica y Tecnológica de Colombia (UPTC), es consciente del daño provocado a este importante cuerpo de agua, que según datos del Instituto de Hidrología, Meteorología y Adecuación de Tierras (Ideam) recibe anualmente 165.525 toneladas de materia orgánica y 375.743 de residuos químicos e industriales, provenientes de las actividades domésticas, empresariales, ganaderas y agrícolas.
Según el Ideam, las curtiembres de Villapinzón, Chocontá y San Benito aportan el 20 por ciento de la contaminación del río.
Quizá por eso Andrea decidió emprender, con su compañera de clase María Alejandra Balaguera, el proyecto de investigación ‘Aprovechamiento del residuo de curtiembres, viruta de cuero, en la elaboración de una pintura a base de hidrolizado de colágeno’, en el marco de las actividades del Grupo de investigación en Ecoeficiencia, Innovación y Productos Naturales de la UPTC que coordinan los docentes Martha Ramírez y Víctor Hugo Cely.
“Nos propusimos darle un valor agregado a los residuos del cuero y aprovechamos el apoyo de la Escuela de Química y los conocimientos en la preparación de pintura de mi compañera María Alejandra”, explica Andrea en medio de una jornada de exposición de trabajos finales de la asignatura química industrial a finales de 2016.
Y es que la experiencia de María Alejandra con las pinturas también tiene que ver con su infancia. Su papá trabaja hace aproximadamente 15 años en la producción de este insumo que regularmente se utiliza en la decoración de edificaciones y mobiliario de todo tipo.
Esta combinación de saberes e intereses permitió la formulación del proyecto que consiste en recopilar la materia prima, es decir los desechos de las curtiembres, y a través de un método patentado obtener el hidrolizado de colágeno que facilita una mejor absorción de esta proteína.
El colágeno que ha pasado por el proceso de hidrólisis fue sometido a pruebas de laboratorio para verificar sus propiedades y luego se avanzó en la elaboración de la pintura. El resultado de este ejercicio académico, es decir la pintura, también fue evaluado para asegurar que cumpliera con los parámetros de calidad que exige la norma colombiana.
Aunque se trata de un trabajo al interior de un grupo de investigación, la pintura EcoPrint, como decidieron rotularla comercialmente, está en camino de ser puesta en el marcado regional y para lograrlo están gestionando los apoyos necesarios.
María Alejandra, Andrea y sus familias conocen el significado de este esfuerzo, saben lo que representa para quienes viven de curtir cueros, utilizar químicos y grandes cantidades de agua. Saben del perjuicio provocado al río y por eso creen que con su iniciativa contribuirán con las acciones de reconversión productiva que, por orden del Consejo de Estado y del Tribunal Administrativo de Cundinamarca, debe liderar la Corporación Autónoma Regional (CAR).