Mardoqueo Ladino Pineda es un artesano de Sativanorte, municipio de la provincia de Norte, en Boyacá.
Él y su familia han convivido por décadas con el páramo de Güina un ecosistema del que depende la provisión de agua para los habitantes de Belén, Sativanorte, Sativasur, Susacón y Tutazá.
Además de cultivar y pastorear a las ovejas, varios pobladores de la zona han encontrado en el esparto un insumo valioso para la elaboración de canastos, fiambreras, petacas y una variada gama de artículos para el hogar.
Conocimos a Mardoqueo en una feria de negocios verdes en Villa de Leyva. Ocupaba un stand en la Plaza Mayor. Mientras nos atendía y respondía a nuestras preguntas tejía un canasto, no le perdía la vista a las puntadas y a pesar de ello sus respuestas fueron completas y con suficientes detalles.
Nos contó que su emprendimiento se llama Artesanías del Páramo de Güina y que el principal insumo es el esparto, una fibra natural silvestre no maderable del páramo y del bosque alto andino.
Mardoqueo hace parte de un grupo de campesinos que están migrando progresivamente de las actividades agrícolas y pecuarias hacia otras más sostenibles con el área protegida, es un proceso lento encaminado a asegurar los ingresos necesarios para su subsistencia.
La Ley de Páramos determinó que este tipo de labores agropecuarias deben transitar hacia la reconversión productiva o hacia la sustitución, sin embargo, tal directriz ha generado resistencia entre las comunidades especialmente por su desconfianza en las instituciones encargadas de liderar esa transición.
Quienes han decidido emprender ese camino de manera voluntaria como Mardoqueo, sus vecinos y otro colectivo de artesanos de Cerinza, población de la provincia de Tundama, han encontrado en las artesanías una opción para complementar sus ingresos mensuales y ahorrar para el futuro.
“Muchas personas en los páramos vivíamos prevenidos con los entes de control, pensamos que Corpoboyacá nos iba a quitar nuestras tierras, pero viendo que es posible aprovechar lo que la naturaleza nos da, yo les digo que debemos trabajar unidos para cuidarla”, sostuvo Ladino Pineda
Sobre el proceso para obtener la certificación de negocios verdes de Corpoboyacá, nos dijo que el primer paso fue reconocer su obligación de tramitar un permiso de aprovechamiento del esparto y luego de estar en la legalidad presentó un proyecto para buscar el reconocimiento de Artesanías del Páramo de Güina como un emprendimiento sostenible. Ese aval le ha dado la posibilidad de participar en ferias y dar a conocer su producto en mercados regionales y nacionales.
Una de las razones por las cuales hace parte del grupo de 50 negocios acreditados es el modelo de conservación de la vegetación paramuna. Mardoqueo nos describió que al disminuir el área para cultivo y pastoreo de ganado, el esparto y otras especies vuelven a nacer.
Cuando ha crecido lo suficiente se le arrancan las hebras más largas y el follaje del siguiente corte viene con más fuerza. Además de la restauración natural, los artesanos se han dedicado a sembrar en áreas donde ha disminuido la intervención. Eso asegura el suministro permanente de la materia prima.
El proceso para obtener los hilos con los cuales se elaboran los productos incluye la cocción del esparto, luego se deja a la intemperie para que blanquee y se tiñe con anilinas y colores naturales conservando la tradición de sus abuelos. Cuando las fibras están listas el paso siguiente es el tejido. La confección de un canasto puede tomar un día y medio y su precio oscila por los 25 mil pesos.
“A nosotros nos ha cambiado la vida con esta artesanía, aprovechamos el esparto, lo cuidamos, él sigue creciendo y podemos continuar con nuestra producción”, dijo Mardoqueo. Insistió en que este es un medio de subsistencia digno y se mostró dispuesto a capacitar a las personas interesadas en aprender a aprovechar las fibras provenientes del páramo y del bosque alto andino.