Saber que en Boyacá hay 12 mil productores de café, que las plantaciones en el departamento alcanzan las 11 mil hectáreas y que en 2016 se produjeron seis millones de kilos de café de alta calidad, es una muy buena noticia para una región a la que Colombia identifica por su papa, su cebolla larga, sus frutas y sus hortalizas.
También resulta sorprendente que existan alrededor de 30 sellos de cafés regionales, con personalidad propia y reconocimiento nacional, aunque desconocidos o muy poco valorados por los consumidores locales.
Si bien son datos que alientan, también es cierto que el café de Boyacá representa solo el dos por ciento de la producción total del país, una producción caracterizada por su textura, su color, su aroma y su sabor, factores que tienen una relación directa con la variedad agroclimática del departamento.
Edison Borda, es ingeniero agrónomo, instructor del Sena Regional Boyacá y miembro de una asociación de cafeteros de Rondón, municipio de la provincia de Márquez. Sobre las propiedades del café cultivado en Boyacá, esas que le han permitido el reconocimiento como de alta calidad, Borda explica que en las parcelas del departamento aún se conserva la variedad arábica que le dio al país la denominación de café suave colombiano.
Esa es quizá la principal ventaja que hoy acompaña a los cultivadores locales en comparación con los de Santander o del llamado triángulo del café en donde por la fuerte amenaza de la roya han debido renovar sus plantaciones con variedades más resistentes a esta plaga.
Un café especial
Además del genoma original, el tipo de vegetación y la diversidad de pisos térmicos con los que cuenta el paisaje boyacense inciden en la calidad del grano que crece en las pequeñas plantaciones de las familias caficultoras.
Carlos Roberto Restrepo, director ejecutivo del Comité de Cafeteros de Boyacá, sostuvo que tales condiciones varían según la zona donde el producto haya sido cultivado y de los elementos naturales de su entorno. Así, según la temperatura, la altura y la vegetación, se encuentran cafés con perfiles achocolatados, frutales, cítricos, suaves y algunos con cierta acidez que les permiten ser atractivos para el exigente mercado nacional.
Otro factor que incide está relacionado con el hecho de que una familia cafetera dispone, en promedio, de una hectárea para su explotación, como lo explica Edison Borda, quien señala que esa proporción permite monitorear metro a metro la evolución de los cultivos lo que en la jerga técnica se conoce como trazabilidad.
Sobre ese mismo tema Jorge Iván Londoño, secretario de Fomento Agropecuario de Boyacá, agregó que al ser pequeñas plantaciones estas se pueden combinar con otras de árboles o frutales que les aportan la sobra y las esencias que el cafeto necesita.
Una producción sostenible y sustentable
Edison Borda, cafetero e instructor del Sena.
Y en materia de sostenibilidad, tanto Borda, como el secretario de Fomento Agropecuario y el presidente del Comité Departamental de Cafeteros, coincidieron en referirse a la armónica convivencia del café con recursos naturales como el agua y el suelo.
Al ser plantaciones reducidas, dijo Londoño, el impacto de su explotación es mínimo y a ello se suma que para su adecuado desarrollo el café debe estar rodeado de árboles nativos que lo protejan de la intensidad solar.
Borda lo define como un cultivo de doble piso que aporta a la retención de carbono y agrega en este sentido que la huella de los sembradíos es negativa pues no se afecta el bosque, convive con él y son precisamente especies como guamos, guayacanes y nogales cafeteros los que contribuyen además a su sabor y aroma. Esta condición está siendo evaluada por la Gobernación de Boyacá que actualmente adelanta la caracterización de la riqueza agroforestal que hay en las zona cafeteras.
Se vive del café
Carlos Roberto Restrepo, presidente del Comité de Cafeteros de Boyacá.
Aunque la queja permanente de las mujeres y hombres del campo tiene que ver con las difíciles condiciones económicas vinculadas a los problemas de comercialización, las fuentes consultadas señalaron que las familias dedicadas al cultivo del café obtienen ingresos que les permite vivir dignamente. Según cálculos gremiales, en Boyacá el sector puede generar alrededor de 45 mil empleos, entre directos e indirectos.
El presidente del Comité Departamental aseguró además que las entradas son constantes gracias a que el producto tiene un mercado asegurado y un precio de sustentación definido por la Federación Nacional de Cafeteros. “Siempre se le paga en efectivo al cultivador y el crecimiento del sector es importante pues todos los días el mercado mundial se incrementa en un 2 por ciento. Se estima que en 2035 el mercado mundial esté cercano a los 150 millones de sacos”, puntualizó Carlos Roberto Restrepo.
Un factor adicional que ha aportado al bienestar de quienes se dedican a esta tipo de cultivo es el de la asociatividad a través de la cual es posible promover el intercambio de experiencias, la disminución de costos de procesamiento del producto final, la estandarización de los precios y la agremiación de mujeres trabajadoras del sector rural, quienes participan activamente en cada una de las etapas de este mercado cafetero.
Apoyo institucional
Edison Robles valoró el respaldo recibido de entidades como Corpochivor, AES Chivor, la Gobernación de Boyacá y la Federación de Cafeteros. Se refirió a la manera como las entidades públicas y privadas han contribuido con infraestructura y capacitación en el suroriente de Boyacá lo que ha permitido que en cada municipio productor se haya consolidado una asociación.
A pesar de estos avances, los pequeños caficultores precisan de un acompañamiento continuo para ser competitivos a la hora de incursionar en mercados internacionales y eso incluye la urgencia de disponer de los mecanismos efectivos para acceder a la transferencia tecnológica, esencial para potenciar habilidades y conocimientos. “El asunto no se resuelve solo con maquinaria”, apuntó el instructor del Sena.
El respaldo de las instituciones debe reflejarse también en las dinámicas de promoción. Carlos Roberto Restrepo admite que el Comité Departamental de Cafeteros enfocó sus tareas en fortalecer la finca cafetera y descuidó el de la publicidad, sin embargo, apuntó, que la alianza con la Gobernación y el Sena prevé un plan de posicionamiento local, nacional e internacional.
El primer paso se dio en 2013 cuando en el marco de un evento que se denominó ‘La toma de café más grande del mundo’, Boyacá alcanzó el record guinness al conseguir que 13.500 personas se reunieran en la Plaza de Bolívar de Tunja a tomar café. Ese día Colombia supo del potencial cafetero del departamento.
En el marco de estos esfuerzos, la administración del gobernador Carlos Andrés Amaya prevé aumentar en un 40 por ciento las áreas dedicadas al cultivo. Igualmente, y en cooperación con la Federación, se han invertido a la fecha 10 mil millones de pesos y se avanza en el diseño de un proyecto por $ 21 mil millones destinado a infraestructura para el beneficio de cafés especiales.
Estos retos se complementan con los asumidos por la Secretaría de Productividad de Boyacá, en cabeza de Sergio Tolosa Acevedo, quien considera vital que los boyacenses aprendan a valorar la calidad de los cafés especiales aquí producidos. Citó las palabras del profesor Yaruno quien aseguró que mientras en Brasil el consumo anual por persona alcanza los 9 kilos, en Colombia la ingesta de esta bebida no supera los dos kilos al año.
Tolosa indicó que la estrategia del gobierno seccional es articular la producción con el turismo rural comunitario y la presencia en mercados internacionales por lo que se busca participar en ferias donde se puedan concretar negocios significativos.
El café está servido. El turno es de los consumidores.