Fúquene es un ecosistema lacustre alimentado por los ríos Suta, Ubaté y Lenguazaque y es clave para la biodiversidad, la provisión de servicios ecosistémicos en el altiplano cundiboyacense, la regulación de crecientes y abastecimiento de agua a la cuenca del río Alto Suárez de la cual dependen municipios de Cundinamarca y Boyacá.
El embalse natural ha sido objeto de drásticas intervenciones humanas promovidas por el Estado, especialmente a partir del final de la guerra de la independencia, hace un poco más de 200 años.
En esa época se avaló su desecación para permitir el desarrollo de actividades agrícolas y pecuarias, prácticas que redujeron su capacidad de almacenamiento en un 70%, según los datos de la CAR Cundinamarca, la autoridad ambiental responsable de su gestión.
Sus limitadas posibilidades para acopiar agua se han visto reflejadas en el impacto sobre la biodiversidad, y las restricciones en el suministro hídrico al cual están expuestos los habitantes de la cuenca de los ríos Ubaté y Suárez.
La inspección encabezada por Ballesteros y su equipo técnico permitió hacer un recorrido por el complejo de humedales Fúquene, Cucunubá y Palacio. Allí se realizan labores de limpieza y mantenimiento para permitir el libre flujo del caudal por los canales y vallados de las fuentes hídricas que los alimentan.
Las acciones de reparación ambiental ejecutadas por la CAR están inscritas en el programa de Gestión Integral del Recurso Hídrico, la Biodiversidad y los Servicios Ecosistémicos, estas incluyen la restauración de 1.706 hectáreas de bosque andino, la recuperación de 3.800 hectáreas de espejo de agua, el retiro controlado de plantas acuáticas invasoras y la instalación de estaciones de monitoreo ambiental.
Alfred Ballesteros aseguró que recuperar el complejo lagunar Fúquene, Cucunubá y Palacio es una prioridad y que con el apoyo de la comunidad se han definido las tareas a ejecutar en los próximos tres años “bajo un enfoque integral y con visión de largo plazo”.
El funcionario agregó que se avanza en un robusto programa de aprovechamiento de residuos orgánicos para la producción de abonos, y en el acompañamiento técnico y financiero a los municipios de la región para el mejoramiento de sus sistemas de saneamiento básico en procura de reducir su carga contaminante sobre el ecosistema.
En referencia a la articulación con la comunidad, hizo alusión a proyectos de capacitación y educación ambiental, y a la promoción de una cultura ambiental con jornadas de formación en agricultura sostenible.