El agua comenzó a llegar con un color rojizo y fue imposible hacerle el tratamiento adecuado para que pudiera ser potable. En ese momento se tomó la decisión de suspender el suministro para los 80 mil habitantes de Chiquinquirá, la capital religiosa de Colombia.
Eso sucedió el pasado 24 de abril. Nadie estaba preparado para enfrentar un racionamiento tan severo, relató José Israel Ruge, presidente de la Asociación de Juntas de Acción Comunal de la ciudad.
Ruge detalló el drama que desde entonces empezó a evidenciarse en residencias, empresas, instituciones educativas y de salud, entidades públicas, restaurantes y establecimientos de comercio. No había agua para los baños, para lavar la ropa, para el aseo personal. Ni siquiera en la Planta de Tratamiento de Terebinto, ubicada en la vereda Córdoba, había un vaso de agua para calmar la sed de los operarios y así lo pudo experimentar en carne propia el alcalde César Carrillo durante una de sus visitas al lugar.
¿Pero qué ocasionó la turbiedad del líquido? El alcalde lo atribuye a un fenómeno físico – químico que se presentó en el caudal del río Suárez de donde se toma el agua que consumen los chiquinquireños.
César Carrillo, alcalde de Chiquinquirá, explica el proceso de potabilización del agua.
Israel Ruge dice que fue por la elevada presencia de hierro y de otros minerales provenientes del material que utiliza la CAR para transitar por el lecho de la Laguna de Fúquene con el propósito de extraer el sedimento que ha invadido ese cuerpo de agua, y por eso pidió a las universidades Nacional y de Antioquia realizar un muestreo independiente que permita identificar las sustancias que conllevaron a la emergencia.
Imer Murcia, directora de la CAR Regional Chiquinquirá, explicó que el incremento de las lluvias provocó la anegación de grandes extensiones de potreros dedicados a la ganadería. Esta acumulación de agua produjo el arrastre del excremento y en general de la materia orgánica generada por los bovinos hacia el cauce principal del río Suárez lo que en su opinión incidió en el color y la composición del agua de la que se surte el acueducto.
Además de los residuos de la ganadería, desde la CAR también se responsabiliza a los pasivos ambientales ocasionados por la actividad minera, a la deforestación y a los vertimientos de aguas residuales de los municipios de Cundinamarca situados aguas arriba del Suárez.
Es una cadena de factores que inciden negativamente en el bienestar de quienes residen en la capital de la provincia de Occidente, y que comienza con las descargas de aguas sanitarias al río Ubaté, el deterioro y la sedimentación de la Laguna de Fúquene y sus posteriores efectos en la corriente del río Suárez del que subsisten los chiquinquireños.
Es tan seria la problemática que en algunas cafeterías y restaurantes de la ciudad tratan de tranquilizar a sus clientes con anuncios que dicen: ”Aquí preparamos los alimentos con agua cristal”.
A la escasez y a la deficiente calidad del líquido que llega por las tuberías se suman los sobrecostos que deben asumir los usuarios. Además de la factura mensual por 45 mil pesos que debe pagar Sandra Acosta, dueña de una papelería en el barrio Santa Martha, se le suman los $ 2.800 diarios que le valen las dos bolsas de agua que compra para preparar los alimentos. El incremento de lo que invierte en agua es del 65 por ciento y todo por el bienestar de sus hijas pues no quiere correr el riesgo de una infección gastrointestinal.
Suma de problemas
Israel Ruge, presidente de Asojuntas Chiquinquirá.
Además de la contaminación del río Suárez, en este municipio boyacense se dice que Empochiquinquirá, su empresa de servicios públicos, no es viable por el lastre financiero que la aqueja como consecuencia de los altos costos operaciones y de una convención colectiva bastante generosa con sus trabajadores sindicalizados. Ante este panorama no se descarta su liquidación y la llegada de un operador privado que con un importante músculo financiero realice las inversiones que la modernización de la compañía precisa.
El alcalde prefiere esquivar el tema por lo que significa social y políticamente que un bien público pase a manos particulares, aun cuando en los corrillos de la Plaza de Bolívar y del Parque Julio Flórez, y en los cafetines del centro, se diga, sin pruebas, que la escases actual hace parte de una estrategia maquiavélica para justificar el desmonte de Empochiquinquirá.
Israel Ruge, el presidente local de Asojuntas, hurga en la herida con un dato que indigna. Según sus cálculos, en la ciudad existen cerca de cinco mil conexiones ilegales de las que se sirven cientos de ciudadanos que desangran la tubería principal y el presupuesto de la empresa. El alcalde va más allá y asegura que el 60 por ciento del agua potabilizada se pierde a través de esas redes clandestinas.
Soluciones, pero no a corto plazo
Modernizar la Planta de Tratamiento de Agua Potable de Chiquinquirá vale $15.200 millones.
César Carrillo, el alcalde de Chiquinquirá, es consciente de que las alternativas para ofrecerle agua potable a sus conciudadanos no son inmediatas y que su administración recibió un lastre de un poco más de 40 años en los que ni sus antecesores ni los gobiernos departamentales y nacionales hicieron lo necesario para evitar la crisis que hoy padece su comunidad.
Carrillo sostuvo que se avanza en el proceso para viabilizar un proyecto por 15.200 millones de pesos con destino al mejoramiento y la reestructuración de la Planta de Tratamiento de Agua Potable con recursos de la Empresa Departamental de Servicios Públicos, el Ministerio de Vivienda y el municipio. La Planta, que fue inaugurada en 1923, recibió su última inversión significativa hace 23 años
Otro proyecto en fase de formulación es el de la perforación de un pozo profundo de 1.800 metros que aportaría 70 litros por segundo, y a este se suma uno más por 46 mil millones de pesos para la modernización de la red de alcantarillado.
Entre tanto, y con recursos propios, se adecúa un pozo profundo a 405 metros en el norte de la ciudad que espera los permisos de la CAR para determinar la cantidad de agua que aportaría y construir allí una planta de tratamiento y una red de distribución.
El jefe del gobierno local también refirió las inversiones por 280 millones de pesos que hizo Empochiquinquirá para mejorar la planta de tratamiento del pozo sur que pasó de producir 4.4 litros por segundo a suministrar 12.5 litros por segundo.
Mientras estas iniciativas se concretan, la emergencia que comenzó el 24 de abril podría superarse en un 100 por ciento el próximo fin de semana, sin embargo, la incertidumbre persiste. En cualquier momento el agua del río Suárez puede volver a ser intratable.