Cuatro académicos de la Universidad Pedagógica y Tecnológica de Colombia (UPTC) se dieron a la tarea de investigar los efectos de esta afección respiratoria que cobró la vida de 50 millones de personas en el mundo: Abel Martínez Martín, Bernardo Meléndez Álvarez, Edwar Manrique Corredor y Omar Robayo Avendaño tuvieron a su cargo este trabajo.
Ellos hacen parte del grupo de investigación Historia de la Salud en Boyacá de la Escuela de Medicina de la UPTC, reconocido por Colciencias en categoría A.
Martínez, Meléndez, Manrique y Robayo se dieron a la tarea de indagar durante 15 años “142 .963 registros de defunción consignados en libros parroquiales de 94 municipios de Boyacá” e información disponible en los censos de los años 1912, 1918 y 1928. Lo hicieron a partir de un estudio titulado ‘Análisis histórico epidemiológico de la pandemia de gripa de 1918-1919 en Boyacá, un siglo después’.
“La gripa era conocida en Boyacá antes de la pandemia”, advierten en el documento, sin embargo, detallan que durante el periodo pandémico (1918-1919) se encontraron 20.102 decesos en los libros parroquiales, 3.305 de ellos registrados como gripa y el 80.9% ocurrieron en los últimos tres meses de 1918. Los menores, aquellos con edad promedio de 4 años, fueron los más golpeados.
Una de las primeras conclusiones de esta pesquisa histórico – clínica de la pandemia en Boyacá tiene que ver con que la tasa promedio de mortalidad, en los municipios ubicados sobre los 2.000 m.s.n.m., es tres veces mayor a la ocurrida en localidades situadas por debajo de esta altura.
Para demostrarlo están los datos obtenidos de los libros parroquiales de defunción y los consignados por funcionarios públicos, aunque Abel Martínez Martín, uno de los investigadores, advierte que en algunos casos los números oficiales no coinciden con las cuentas de los sacerdotes.
En todo caso el efecto de la altura sobre el nivel del mar en la cantidad de enfermos y fallecidos se refleja, por ejemplo, en los 784 decesos contabilizados en la provincia Centro y los 80 de la provincia de Oriente o los tres del Territorio Vásquez, como antiguamente se le conocía al área que hoy ocupan Puerto Boyacá, Otanche y Borbur.
“Las condiciones de pobreza y hacinamiento acentuaron la letalidad de la pandemia” se lee en el estudio histórico-epidemiológico a lo que se suma la ineficiencia de la dirección de higiene para enfrentarla, y al hecho de que el responsable de esa dependencia, Carlos Reyes Archila, enfermó desde agosto de 1918, no fue reemplazado y no prestaba servicio a los contagiados.
Ante esta eventualidad algunas personas prestantes de Tunja crearon la Junta de Socorro y la Junta Patriótica de Sanidad que de acuerdo con la recopilación de los historiadores fueron “las únicas que realizaron acciones efectivas”, algo similar a lo ocurrido en Bogotá.
Situación del departamento
El doctor Abel Martínez en una entrevista con Nancy Buenahora, periodista de la UPTC.
Boyacá contaba en 1912 con 586 .000 habitantes, “una alta densidad poblacional en comparación con el resto del país, pero con una inserción prácticamente inexistente en la economía mundial, lejos de la modernización cultural”, apuntaron los académicos.
En 1919 operaban 22 hospitales para atender a la población que se distribuía en 105 municipios. En su mayoría “se sostenían de la caridad pública y del trabajo de los curas párrocos y la abnegación y heroicas virtudes de las nobles Hermanas de la Caridad”, como se reseña de lo publicado el 6 de septiembre de 1918 por el periódico conservador El Deber.
La crisis sanitaria provocada por la pandemia obligó a las autoridades de la época a expedir el Decreto 157 del 30 de octubre de 1918 con medidas para afrontar la dificultad. “Cinco días después de la primera muerte por gripa en Tunja se creó la Junta Patriótica de Sanidad para “auxiliar a los enfermos desvalidos atacados de la epidemia”, se menciona en el análisis histórico de la pandemia y agrega “los médicos estaban obligados a apoyar a la junta que se creó en cada municipio”.
El virus empezó a extenderse por Boyacá. El 15 de noviembre de 1918 el periódico La Linterna dio cuenta del panorama de los municipios de la provincia Centro, de la que Tunja es su capital.
Un corresponsal de este medio crítico y de oposición describió de manera descarnada lo que observó durante su reportería: “el clamor doloroso de las clases trabajadoras, ignorantes, pobres”, obligadas a buscar el pan de cada día, que se veían sorprendidas por la muerte. Sin remedio contra la enfermedad, iban “arrastrando su dolor, febricitantes, expuestas al sol y la lluvia y en los caminos […] caían heridas por la muerte”.
El periodista de La Linterna fue testigo de que en Oicatá “los cadáveres estaban tirados porque nadie quería enterrarlos” y evidenció el incremento de fallecidos en Soracá, Toca, Sotaquirá y Cómbita. “En Cómbita hasta diez defunciones diarias…muchas casitas han quedado sin un solo habitante. En Oicatá, pueblo apenas de dos mil habitantes, han muerto hasta cuatro por día”.
El periplo de La Linterna le permitió ver la devastación de la gripa en Chíquiza, distante 23 kilómetros de Tunja. “…ha hecho la epidemia de gripa tantos estragos entre los infelices campesinos. De los primeros días del mes a esta fecha [19 noviembre] han muerto 43 personas, proporción enorme, dado el número de habitantes […]. Se mueren en el abandono más desesperante”.
El análisis histórico – médico permitió determinar que los niños de 0 a 4 años y los mayores de 60 se convirtieron en los grupos poblacionales más golpeados por la pandemia de la época. “En las edades entre 5-14 y de 15-44 años la tasa de mortalidad en 1918 fue 3.6, y 7 veces mayor, respectivamente, a lo observado en años previos.
En la siguiente tabla se cuantifica el número de muertos en las provincias de Boyacá en 1918.
Nota: los datos se toman según los registros parroquiales y los informes oficiales de defunción. Se organizan los datos de manera ascendente a partir de los registros parroquiales. Casanare es la única provincia que existía en 1918 y que actualmente no hace parte del departamento de Boyacá. *No existen reportes oficiales de estas provincias. ** Registros parroquiales a los que no se tuvo acceso.
Fuente: archivos parroquiales y registros oficiales de defunciones del departamento.
Fuente: Martínez & Meléndez & Manrique & Robayo (2019). Revista Ciencias de la Salud, vol. 17, núm. 2. Universidad del Rosario.
Virus importado
Caricatura de la época de la publicación El Cómico, aportada por el doctor Abel Martínez.
El trabajo de los académicos de la UPTC menciona que la existencia de las pandemias comienza cuando se origina “la unificación microbiana del mundo” con el surgimiento del capitalismo mercantil, proceso que inaugura el libre intercambio de microbios entre nuevos y viejos mundos, muchos de ellos desconocidos para la población indígena americana que sufrió un desastre demográfico tras el descubrimiento en 1492”.
Y añade: “La primer gran mortalidad se debió a una epidemia de “influenza suina o gripe del cerdo”, el acontecimiento histórico-epidemiológico y de la salud pública más importante del Nuevo Mundo, tras la llegada del segundo viaje de Colón. Durante los siglos xviii, xix y xx sucedieron 22 pandemias”
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En el caso de Boyacá la gripa llegó a través de peones carreteros encargados de traer mercancía desde Bogotá, tal como se consignó en un Informe del Director Nacional de Higiene del Ministerio de Instrucción Pública, reseñado por los investigadores.
Los peones carreteros eran piezas claves del intercambio comercial entre la capital del país y Tunja y “el ferrocarril del nordeste, que buscaba comunicar Bogotá con Boyacá, no llegaba”.
El estudio menciona que el 80 % de los bogotanos enfermó de gripa y sugiere que la incapacidad del Estado para manejar la pandemia llevó al incremento de los contagios y su posterior propagación a regiones como Boyacá.
Se describe igualmente que el director de higiene del departamento, Carlos Reyes Archila, dio a conocer que entre octubre y noviembre de 1918 la epidemia de gripa invadió a la ciudad de Tunja y “a casi todos los municipios del Departamento”, con caracteres de infección y mortalidad que alarmaron a las autoridades”.
El primer fallecido
Facsímil de la revista Cromos de la edición de noviembre 2 de 1918.
Las fuentes documentales consultadas por los responsables del ‘Análisis histórico epidemiológico de la pandemia de gripa de 1918-1919 en Boyacá’ les permitieron establecer el comportamiento de la pandemia en esta región del país.
Relatan que el 25 de octubre de 1918, en Tunja, el periódico La Linterna publicó que la pandemia de gripa afectaba a 4.000 de sus 10. 680 habitantes. “Este día apareció el primer caso mortal que se registró en los libros de defunción parroquiales: Pedro José López, un niño menor de un año”. Unas horas después otro pequeño fue vencido por la gripa: Antonio Reyes.
Eran días fríos y lluviosos y los efectos del malestar crecían. La ciudad se paralizó y “en menos de diez días más de dos quintas partes de la población ha sido atacada. El Batallón no pudo montar guardia; la penitenciaría reportó más de 190 casos y suspendieron actividades el seminario y los colegios “con numerosos casos. No hay casa sin enfermos”, describió La Linterna, incluso reseñó el aplazamiento de muchos matrimonios.
Curiosidades mortales
El trabajo académico del grupo de investigación Historia de la Salud en Boyacá recopiló algunos hechos que mezclaron lo anecdótico con lo trágico.
Menciona que el 8 de noviembre de 1918, un día de mercado, en pleno pico de la pandemia “el obispo Eduardo Maldonado Calvo organizó una Rogativa para obtener del Señor que cese el azote de la peste que nos aflige”, tal como lo registró el periódico El Deber.
La plegaria pública incluyó una procesión con las imágenes de Cristo, de San Antonio y de San Roque (santo de las epidemias) que recorrió el Parque Pinzón, la Plaza de Bolívar, el parque de los Mártires, la salida a Bogotá y de regreso pasó por el camellón de Santo Domingo.
La rogativa se acompañó por un coro de presos que había compartido con un recluso venezolano fallecido producto de “una fuerte gripa”. Como era de esperarse en una ciudad piadosa, el desfile religioso fue masivo “aumentó la devoción de los tunjanos, el sentido trágico de la vida y el contagio de la gripa”.
“El viernes 15 de noviembre, una semana después de la rogativa, La Linterna publicó la lista de víctimas de la gripa en Tunja desde el 25 de octubre al 10 de noviembre de 1918, en total 39 víctimas”, se escribió en La Linterna. El Deber informó de 40 muertes en ese periodo y los registros parroquiales, 42 defunciones. El no te lo puedo creer estuvo a cargo del obispo Maldonado Calvo, “a pesar de haber convocado a los fieles no asistió a la procesión”.
Otro hecho particular lo constituyó el telegrama de un ex-alumno del Colegio de Boyacá que protestó, a través de La Linterna, porque a los estudiantes se les “obligaba a presentar examen, aun cuando estuvieran con la gripa”. Su crítica estaba relacionada con que 116 de los 258 matriculados precedían de otras poblaciones y al regresar a sus casas podrían dispersar el virus.
A pesar del servicio prestado por sacerdotes y hermanas de la caridad durante la temporada gripal, La Linterna publicó quejas por el comportamiento de algunos párrocos.
Desde Moniquirá llegó un telegrama en el que se denunciaba que un clérigo se negó a bautizar a un menor contagiado: “De Moniquirá enviaron un telegrama a La Linterna: “Cura ésta movido apasionamiento, negome bautizo niño enfermo epidemia. Protesto. Acúselo Obispo”.
En materia de salud los investigadores de la UPTC se encontraron con este aviso de la Droguería Central: “No ha alterado los precios a que vendía drogas y medicinas antes de la gripe”, también un particular anuncio de prensa llamó su atención: “en el taller de mecánica del señor Eduardo Boada se suministra gratis una magnifica receta para combatir en pocas horas la epidemia de la gripa”
Incluso descubrieron que en algunos casos el guarapo fue usado como remedio ante la inoperancia de las autoridades y se remiten a lo publicado por La Linterna:
“En el diario se quejaron de la inacción de los municipios, el departamento y la Iglesia: “gleba desgraciada, cuando se siente aquejada del mal no se acuesta […] se levanta con fiebre y sigue trabajando hasta que la pulmonía lo rinde”. Su remedio, “sumos de tinto, altamisa o verbena mezclados con guarapo”.