A propósito del fallecimiento del expresidente de Uruguay, José ‘Pepe’ Mujica, rescatamos en este artículo sus reflexiones sobre la crisis ambiental que compromete el futuro de la humanidad.
Lo hacemos a partir del libro del documentalista mejicano Saúl Alvídrez titulado ‘Chomsky & Mujica: Sobreviviendo al siglo XXI’ en el que se compilan las reflexiones de Mujica y del filósofo y activista norteamericano Noam Chomsky sobre los retos de la sociedad actual, la desigualdad social, el armamentismo y la amenaza nuclear, la degradación ambiental y la crisis política.
Allí el expresidente uruguayo, caracterizado por su pensamiento estoico y sus planteamientos concretos y sencillos sobre la vida, las relaciones humanas y el consumismo, expone sus inquietudes en torno a las amenazas ambientales a las cuales estamos abocados.
A continuación, presentamos varios fragmentos de lo planteado por José ‘Pepe’ Mujica en ‘Chomsky & Mujica: Sobreviviendo al siglo XXI’:
Tengo una especie de angustia en mi intelecto. Pienso que la gran interrogante es si la humanidad tendrá tiempo de enmendar los desastres que ha impulsado sobre la naturaleza o no; este es el gran dilema. Porque la humanidad tiene conocimientos y tiene medios, pero no logra concretar suficiente decisión política para tomar a fondo las medidas que hay que tomar. Seguimos irresponsablemente tirando cañonazos, buscando petróleo, en fin, y todos sabemos que estamos en la cuerda floja, lo sabemos perfectamente.
La humanidad en su historia ha hecho muchos desastres sin saber, pero ahora lo hace sabiendo a conciencia de su autodestrucción. Entonces mi gran preocupación es ¿tendrá la humanidad tiempo o sucumbiremos en la especie de holocausto ecológico? ¿o sucumbirá una parte importante de la humanidad por la falta de decisión política en el mundo actual?
Solemos pensar en términos de Estados y no decidimos en términos de especie, y por eso cometemos disparates uno detrás de otro. Ahí está la invasión a Ucrania y ahí está lo que está haciendo Occidente.
Estoy convencido de que no hay crisis ecológica o nuclear, hay crisis política. Hemos desatado una civilización que no tiene mando político, está gobernada por los intereses del mercado; la política quedó subordinada a los intereses del mercado. Y ahí vamos navegando, irresponsablemente.
Y esto se agravó mucho en los últimos años, las cifras son de terror. Diagnósticos, informes, declaraciones científicas, en fin, es como un diálogo de sordos. La política no organiza las recomendaciones de la ciencia.
Y es cada vez más peligroso, porque el peso de la humanidad, es decir, la influencia de su actividad y su poder tecnológico sobre el planeta se ha transformado en un factor geológico.
Hasta hace poco la geología era independiente de nosotros los humanos; teníamos que lidiar con las desgracias ecológicas y era como una lotería. Pero ahora los humanos tenemos tal peso arriba de la tierra que incidimos sobre el rumbo del planeta, y así somos como un gigantesco aprendiz de brujo influyendo en las claves de la vida. Y la vida responde con cambios y crea nuevas cosas permanentemente, no es pasiva.
Creo que la primera vez que algunos humanos se dieron cuenta de que habían adquirido ese nivel de influencia en los ciclos de la vida fue en la época de Darwin, gracias a unas chinches que cambiaron de color viviendo en el Londres industrial del siglo XVIII, que estaba cubierto de polvo y nubes de carbón. Hubo unas chinches que siendo blanquitas se empezaron a hacer negras, eso llamó mucho la atención en su tiempo y creo que es un problema que vino para quedarse.
Pienso que existe un divorcio muy grande entre las conclusiones a las que llega la ciencia contemporánea y las decisiones políticas que ni se inmutan ante los presupuestos que inequívocamente planteó hace tiempo la ciencia. No puede ser que hace 30 años nos dijeran en Kyoto (El Protocolo de Kyoto fue aprobado el 11 de diciembre de 1997) lo que iba a pasar, y la tranquilidad burocrática con la que el mundo se quedó quieto. Esta es la limitación que tiene el hombre, pues no es que no falte conocimiento es que no usamos el conocimiento para defender la vida.
Me gustaría una humanidad que se preocupe de que vivan todos los bichos que nos acompañan, que los pájaros sigan cantando.