A mediados de mayo de 2021, el segundo año de la pandemia, el personal de la Secretaría de Ambiente de Bogotá no salía de su asombro al localizar en un apartamento de la capital del país a una ejemplar de puma de siete o nueve meses de nacida.
Muy poco se sabe de su origen, de las condiciones en las que fue raptada por sus captores o de si se atentó contra la vida de su madre como ha sucedido en otras ocasiones. Lo cierto es que los profesionales a cargo del operativo, del que hizo parte la Policía Nacional, se encontraron con un animal en condiciones deplorables.
Una de las principales evidencias de su mal estado era su delgadez producto de la deficiente nutrición a la que había sido sometida durante el cautiverio. En la evaluación inicial realizada por los funcionarios se advirtió la fragilidad de su estructura ósea y el riesgo de morir como consecuencia de su vulnerabilidad.
La primera atención veterinaria que recibió fue el tratamiento de las fracturas de sus fémures, una condición asociada a su desnutrición.
En agosto de ese mismo año, 2021, esta sobreviviente del tráfico animal fue entregada en custodia al Centro de Atención, Valoración y Rehabilitación de Fauna Silvestre de la Corporación Autónoma Regional de Chivor (Corpochivor), situado en el municipio de Garagoa.
Una vez activado el protocolo de recepción se diseñó un plan de manejo a cargo de biólogos, zootecnistas y veterinarios que incluyó acciones de rehabilitación física y comportamental, así como de alimentación especial.
El plan ha estado mediado por una estrategia para estimular su comportamiento natural y para ello se diseñó un entorno que simula su hábitat. Allí se le coloca alimento, se le aguza su habilidad para la caza y se hace uso de olores de otros animales para despertar sus instintos de defensa y depredación.
La paciencia y la sutileza son claves en este proceder, el reto del personal es mantener una distancia saludable de este mamífero – carnívoro y lograr en el mediano plazo su total independencia de los humanos, borrar la impronta de quienes la mantuvieron cautiva.
Juan David Arévalo Camargo es biólogo de Corpochivor y su experiencia la permite reflexionar sobre las implicaciones del tráfico de fauna silvestre. Se refiere al impacto de separar a un ejemplar de su madre en una etapa temprana. Este hecho cruel provoca la pérdida de habilidades vitales para los animales como la caza y el instinto.
La ciencia ha tratado de reparar esta ‘mutilación` de destrezas a través de la adaptación de espacios o de la simulación de hábitat, sin embargo, como lo reconoce Arévalo, este es todo un desafío, es muy difícil lograr el desarrollo de instintos acordes a su comportamiento y su capacidad de aprendizaje disminuye. Esta realidad compromete su supervivencia en el ecosistema.
El futuro de esta puma, que hoy tiene una edad aproximada de tres años, es incierto. Fabián Bulla, director de Corpochivor, dijo que una vez completado el proceso de rehabilitación se realizará una evaluación veterinaria y biológica para determinar el destino del animal. Si exhibe autonomía y buen estado físico podría ser trasladado a una reserva natural.
En caso de no haber adquirido pericia para su supervivencia se considerará su reubicación en un zoológico o en un lugar controlado donde reciba alimento y cuidado.