Fuente: Agencia de Noticias UN
Cerca de 130.000 habitantes de municipios aledaños a la región entre Casanare y Boyacá serían los más afectados si no se empiezan a diseñar planes con las comunidades campesinas, tendientes a tomar acciones preventivas que minimicen el impacto por la falta de agua como consecuencia del calentamiento global y de actividades de agricultura, ganadería y minería.
Luisa Guerrero Castelblanco, magíster en Geografía de la Universidad Nacional de Colombia (UNAL), realizó un estudio sobre la relación de la oferta y la demanda de las fuentes hídricas en esta zona de Colombia, en el cual destaca que su importancia se basa en la amenaza inminente de los páramos. “Hacer una aproximación a la disponibilidad de agua y el uso que se le da permite tener insumos para gestionarla con un enfoque en la protección del páramo”, agrega.
Una de las conclusiones a las que llegó el estudio es que el aumento en la temperatura provocaría la disminución de la escorrentía –es decir las corrientes de agua lluvia que circulan por el terreno–, y por lo tanto se reduciría de manera considerable la oferta natural de agua para la región.
Los páramos son ecosistemas presentes en áreas de alta montaña y sus características son únicas en el planeta, siendo parte esencial en el ciclo del agua y el carbono. Además, brindan servicios ecosistémicos como la provisión y regulación del agua, la limpieza del aire y la regulación del efecto invernadero de la atmósfera, dada su capacidad para retener carbono.
Como estos se encargan de absorber la mayor cantidad de precipitaciones que caen en la zona, cualquier alteración del clima sería grave para el ecosistema. Otros factores que inciden en el almacenamiento del agua son la cobertura vegetal y el uso del suelo, este último ha sido uno de los mayores problemas que enfrenta el páramo.
El páramo de Pisba se ubica en los departamentos de Boyacá y Casanare entre los 3.100 y 4.100 msnm y forma parte del corredor de páramo de la cordillera Oriental.
Esta zona se caracteriza por ser una gran reserva hídrica que abarca una extensión de 106.243 ha, de las cuales unas 45.000 forman parte del Parque Natural Nacional de Pisba, declarado así en 1977 y el cual incluye a los municipios de Socha, Socotá, Tasco y Mongua, en el oriente de Boyacá.
La región es además un importante proveedor de agua para las cuencas hidrográficas de los ríos Magdalena y Orinoco, motivo por el cual el estudio de este páramo –considerado como el más poblado del país– es fundamental dado los conflictos por el uso de la tierra y agua entre los sectores agropecuarios y de minería, sumado al consumo personal de las familias de la zona.
El estudio valoró la relación de oferta y demanda hídrica en el clima entre 1976 y 2005 y la que se observaría en diferentes escenarios de cambio climático en el siglo XXI en el páramo de Pisba y los municipios de Tasco, Socha y Socotá.
Según la investigación y el Instituto de Hidrología, Meteorología y Estudios Ambientales (Ideam), los incrementos más altos de temperatura media se están presentando en el páramo alto, 0,17 °C por década, en contraste con el promedio de los últimos 50 años a nivel global dado por el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC) de 0,13 °C por década.
“Teniendo en cuenta esto, sobre la base de los escenarios de cambio climático del Ideam (2015) se puede establecer que hacia finales del siglo XX en el páramo de Pisba habría un aumento de la temperatura de 1,8 °C y cambios menores en la precipitación en relación con los promedios observados entre 1976-2005”, señaló la bióloga.
Las características sociales y económicas de la región hacen que los pobladores sean vulnerables. De hecho, por medio de entrevistas varias personas manifestaron su preocupación al notar la reducción de la oferta hídrica, lo cual genera tensión entre los campesinos que se han visto en la tarea de organizarse en pro de consolidar sus actividades agropecuarias, para muchos casos su única forma de subsistir.
Si al bajo nivel hídrico se le suma el aumento de la población, y por ende del consumo y de las actividades económicas, las consecuencias podrían ser mayores. Uno de los ejemplos más claros sucede con la minería, que aunque es la actividad que utiliza menos agua en comparación con el sector doméstico y agropecuario, sí contamina las fuentes del líquido y reduce la disponibilidad del recurso.
Por estas razones, la investigadora señala que “es importante proteger el páramo, preparar a las comunidades y fortalecerlas en su adaptación a las nuevas condiciones. Para lograrlo es necesario conocer la situación actual y futura de los páramos y la relación con las comunidades”.
Para eso es fundamental “incorporar acciones a los planes de ordenamiento territorial y de desarrollo municipales en concordancia con los nacionales para reducir el impacto negativo del cambio global, además de implementar prácticas sostenibles en los procesos productivos”, concluyó.