Explotación ilegal de carbón en las entrañas del páramo de Rabanal es, según el director de Corpochivor, Fabio Guerrero, lo que más daño ha provocado a esta zona de conservación ambiental.
Aunque con la decisión de la Corte Constitucional de restringir las actividades mineras en zonas de páramo y los operativos de las autoridades se ha reducido la extracción de este combustible, las afectaciones históricas a la vegetación, las fuentes de agua y el paisaje son evidentes.
Socavones abandonados que vierten aguas contaminadas a los nacimientos que a su vez surten a los acueductos veredales, es uno de los mayores problemas que dejan los pasivos ambientales en Rabanal y en otros páramos de Boyacá.
“Hay zonas en las que no ha sido posible identificar a los responsables y por eso la Corporación tiene la tarea de ver cómo se recuperan estas áreas”, dijo Fabio Guerrero. El funcionario agregó que en otros casos, y gracias a la articulación con la Policía Nacional y la Fiscalía, se han iniciado procesos de responsabilidad penal en contra de mineros ilegales a quienes se les está exigiendo reparar lo que han deteriorado.
Esmeraldas y sus consecuencias
De acuerdo con el diagnóstico de Corpochivor, uno de los procesos más críticos tiene que ver con la minería de la esmeralda que por décadas ha tenido como epicentro al municipio de Chivor.
Para enfrentar sus pasivos ambientales, la autoridad reportó que se viene trabajando en un plan de manejo para la producción limpia de la esmeralda que incluye promover entre el gremio la importancia de la legalidad a través del trámite de los títulos que otorga la Agencia Nacional de Minería (ANM) y de la licencia ambiental que debe gestionarse directamente ante la Corporación.
Además de estas acciones, y luego de la delimitación de los páramos del suroriente de Boyacá, Corpochivor avanza en la formulación de los planes de manejo ambiental en los cuales se incluirán estrategias la restauración activa y pasiva en los sectores con mayor nivel de intervención.