* Con información del Instituto Humboldt
Yopal. Una de las primeras reflexiones del más reciente Reporte Bio, dedicado a la Orinoquia es que esta es una región anfibia y tal condición merece una atención integral para enfrentar los retos que conlleva la conservación de sus ecosistemas y de las diversas formas de vida presentes en esta región del país.
De acuerdo con lo identificado por los investigadores del Instituto Humboldt, aquí se evidencian 23.487 especies de fauna y flora y a su vez representan el 29 % del total de especies observadas en Colombia. De este total de especies, 491 se encuentran en alguna categoría de amenaza y esta cifra corresponde al 23 % del total de las especies amenazadas en el país.
Y en este terruño las aves son protagonistas, se tienen registros de 761 especies registradas (el 38 % de la avifauna nacional) y su presencia representa un significativo potencial para el desarrollo del sector del aviturismo.
Uno de los temas que inquietan a los naturalistas es el atropellamiento de la fauna nativa. El Humboldt estima que en 6.153 kilómetros, es decir en el 8 por ciento de la cinta carreteable de esta vasta zona, existe probabilidad alta o muy alta de atropellamiento de fauna. Las principales víctimas son las zarigüeyas (Didelphis marsupialis), con el 11,94 % de los registros; el oso mielero (Tamandua mexicana), con el 8,69 %; y el zorro cangrejero (Cerdocyon thous), con el 7,74 %.
Germán Ignacio Andrade, asesor científico del Instituto Humboldt, hizo ver que la Orinoquía no es solo llanura. Describió que la conformación ecosistémica de la Orinoquia posee una extensión importante de glaciares tropicales (4,9 km cuadrados), páramos, bosques montanos y humedales continentales, así como la mayor extensión de sabanas naturales del país y una gran transición forestal hacia la Amazonia.
Las minucias sobre este Reporte Bio serán presentadas este jueves 17 de julio en el Auditorio – Biblioteca Pública Municipal La Triada, de Yopal, capital del departamento de Casanare.
Huella espacial humana y expansión agroindustrial: retos para la preservación
El Reporte Bio muestra que, durante las últimas cuatro décadas, la huella espacial humana (magnitud de la influencia acumulada de las actividades humanas sobre los paisajes y ecosistemas) en la Orinoquia ha experimentado un incremento del 35 %. Los análisis espaciotemporales y prospectivos sugieren que este aumento podría ascender un 6 % en los próximos diez años.
Esto se debe a que en la Orinoquia la densidad poblacional humana ha experimentado un notable incremento a través del tiempo, impulsada por la intensificación en el uso del suelo. En este sentido, Vichada es uno de los departamentos que muestra la mayor susceptibilidad a la expansión de la huella humana durante el periodo 2019-2030, evidenciando una significativa transformación del paisaje.
Otro de los desafíos que enfrenta la región es la expansión agroindustrial, ya que, en las últimas dos décadas, la frontera agrícola de la Orinoquia se ha expandido de 1000 km² a 8000 km² de área cultivada, y se espera que la demanda hídrica de la agricultura se duplique para el 2040 debido al aumento en las áreas de cultivo.
Producción agropecuaria, una apuesta por la sostenibilidad
La superficie cultivada con arroz en la Orinoquia se incrementó un 66 % en el último decenio y más del 20 % del hato ganadero nacional está hoy presente en la región. Además, los paisajes de sabana inundable y de altillanura se han transformado en superficies de uso agropecuario (ganadería y cultivos transitorios como arroz). Se espera que esta tendencia se intensifique para 2030, con una mayor presión sobre las áreas prístinas o con coberturas naturales.
Positivamente, el Reporte Bio destaca que el Vichada es una región con gran potencial para el cultivo del marañón con alrededor de 4.300 hectáreas sembradas (54 % del total nacional), siendo el principal productor de marañón (Anacardium occidentale) en el país.
En este departamento, el cultivo de esta especie puede tener rendimientos de hasta 1000 kg/ha gracias al uso de clones, sobrepasando no solo a otros departamentos (aprox. 300kg/ha), sino también a reconocidos países productores como Brasil (726 kg/ha) o Vietnam (886 kg/ha).
Al durar en producción más de veinte años, el marañón es un forestal con buena captación de carbono que ayuda a preservar la biodiversidad y a disminuir las quemas de las sabanas y su deforestación. El Reporte también documenta el consumo de hormigas culonas en la Orinoquia, donde campesinos, indígenas y otros habitantes participan anualmente en la colecta y transformación para su consumo mediante procesos artesanales.
En ganado, las razas criollas como el Sanmartinero y el Casanare tienen características únicas como la gran eficiencia reproductiva, poca pérdida de peso corporal y alta resistencia a enfermedades. Esto las hace ideales para zonas que requieren un mayor nivel de conservación, lo cual no se puede lograr con hatos ganaderos compuestos por razas foráneas y/o comerciales.
El mercado de peces ornamentales y el recurso hídrico
La Orinoquia colombiana es una de las regiones con mayor diversidad de peces en Colombia, con 767 especies registradas. Asimismo, aporta la mayor riqueza al mercado ornamental (323 especies) y ofrece un gran potencial económico, ya que las comunidades, además de extraer individuos silvestres, a futuro podrían incorporar el cultivo de especies de interés como actividad productiva.
El recurso hídrico es otro potencial de la región. Se estima que el 35 % de la cuenca del río Orinoco se encuentra en territorio colombiano. Esta cuenca representa cerca del 26 % de la disponibilidad hídrica del país, con estimados del 48 % de los humedales continentales y el 41 % de las reservas hídricas subterráneas del país.
“La Orinoquia es, en extensión, la tercera cuenca internacional más importante de Sudamérica, después de la del río Amazonas y el río de La Plata. El río Orinoco es, además, el tercer más caudaloso del mundo. Si bien nace en Venezuela, la magnitud del río depende, en gran medida, de los principales afluentes que discurren desde Colombia, como son el río Guaviare, Vichada, Meta, Casanare y Arauca”, explica Andrade, asesor científico del Instituto Humboldt.
No obstante, pese a que esta región tiene una gran riqueza hídrica, la transformación de sus ecosistemas por deforestación, agroindustria, ganadería extensiva, infraestructura vial y urbana, extracción de minerales y déficit de sistemas de tratamiento de agua, genera impactos negativos sobre el agua, tales como la desconexión de hábitats, la liberación de contaminantes a la atmósfera, y la pérdida de navegabilidad y de control de inundaciones.
Preservando el futuro de la Orinoquia
Debido a su riqueza y heterogeneidad, los ecosistemas de la Orinoquia se han convertido en espacios sumamente importantes para la conservación de la biodiversidad del país y requieren una mirada integral que permita el desarrollo sostenible y englobe distintas estrategias.
Por ese motivo, las propuestas para el desarrollo de la Orinoquia no pueden basarse en el mito de que los recursos naturales de la región son enormes o inagotables, ignorando elementos vitales como la alta dependencia del agua, cuya disponibilidad es estacional y no siempre asegurada.
“Además, es necesaria una visión del desarrollo basada en la gestión de los servicios de los ecosistemas (provisión y regulación principalmente), teniendo presente el crecimiento de ciudades como Arauca, Yopal, Villavicencio, Puerto López, Puerto Gaitán y Puerto Carreño, entre otras, las cuales constituyen una oportunidad para acercar la biodiversidad a lo urbano y armonizar lo urbano con la biodiversidad. Esta es la propuesta del Humboldt de trabajar bajo el concepto de biodiverciudades”, concluye Andrade.