Los elementos elaborados a partir de dotaciones hacen parte de kits escolares. Foto: Urbaser.

Tres mil overoles convertidos en implementos escolares

Urbaser presentó una experiencia de transformación de desechos textiles en nuevos productos.

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Economía circular es un concepto que puede parecer vacío o sin sentido si no se le acompaña del contexto necesario. En cambio, si, por ejemplo, en el caso de la industria textil, explicamos que es posible transformar ropa usada en nuevos artículos con todas sus beneficiosas ventajas, seguramente quien nos escuche hablar del tema va a mostrar interés y podría convertirse en aliado clave para reducir el impacto de las prendas desechadas.

La ropa que ya no usamos termina en los rellenos sanitarios y en el peor de los casos en las quebradas o en los campos provocando contaminación del agua y del suelo, pero hoy más que nunca es una realidad posible de revertir, o dicho en términos más apremiantes, urgente de revertir.

Las abuelas lo han sabido desde siempre, nuestras mujeres campesinas lo hacen todos los días. Ellas reutilizan pantalones, chaquetas, camisas, manteles. Los convierten en shorts, limpiones, cortinas decorativas, chalecos para mascotas, y toda una variedad de artículos útiles. Como resultado de esa creatividad rural, y porque no ancestral, hemos visto, por ejemplo, a pollitos de incubadora recién nacidos dulcemente abrigados con medias usadas. Es el saber campesino recordándonos la importancia de ser sostenibles. Y aquí cobra valor la frase que acertadamente ha popularizado Urbaser: «Hacemos de la circularidad una realidad».

Ana Alejandra Jiménez la repite sin fatiga, es su slogan de campaña, no es candidata a ningún cargo de elección popular, pero lo ha interiorizado como un principio de vida. Ana es la Directora Corporativa de Sostenibilidad de Urbaser, la compañía especializada en la gestión de servicios de aseo y el tratamiento de residuos que opera en ciudades como Tunja, Duitama, Soacha, Facatativá, Popayán, Yumbo, Montenegro y la Tebaida (Eje Cafetero) y Montería. 

La convicción de hacer de la circularidad una realidad llevó hace dos años a la compañía a acercarse a la Agencia para la Reincorporación y la Normalización, la entidad del gobierno nacional encargada de liderar programas y proyectos orientados a brindar oportunidades a quienes luego de haber integrado grupos armados ilegales decidieron dejar las armas y apostarle a la paz.

Y ese acercamiento de Urbaser a la Agencia comenzó con una pregunta: ¿en qué podemos colaborar?, y fue como una amistad a primera vista pues en la actual coyuntura del país lo que se necesita es disposición, colaboración y vocación de servicio. Del interrogante se pasó a la acción y la empresa privada y la entidad estatal oficializaron el acercamiento y empezaron a definir la ruta de trabajo.

Urbaser tenía un problema: periódicamente estaba en la obligación de renovar la dotación de sus colaboradores: overoles, camisas y chaquetas, alrededor de tres mil prendas, debían ser reemplazadas y dispuestas finalmente en los rellenos, una situación inquietante y frente a la cual se venían explorando alternativas de circularidad.

La alianza entre la empresa y la Agencia para la Reincorporación y la Normalización permitió encontrar la respuesta apropiada: las dotaciones del personal de Urbaser se transformarían en morrales, cartucheras y monederos para aportar a las campañas de la empresa de aseo. Periódicamente se participa en la entrega de kits escolares y en eventos de promoción comercial y los nuevos productos serían protagonistas en esas jornadas.

Una alianza que respalda la paz y el medio ambiente

Ana Alejandra Jiménez evidencia su alegría y la de su equipo al demostrar que sí es posible hacer de la circularidad una realidad, y en ese logro ha sido clave la participación de un actor que le apostó a la paz, la Cooperativa Multiactiva Rescatando Ilusiones para la Paz – (Coopripaz).

Esta Cooperativa surgió luego de los Acuerdos de Paz entre el gobierno del presidente Juan Manuel Santos y las antiguas Farc. Sus promotores, otrora alzados en armas, decidieron establecerse en Cali y emprender actividades dirigidas a beneficiar a población vulnerable de la capital del Valle. De la mano con la Misión de Verificación de la ONU en Colombia y de Pastoral Social concretaron apuestas de construcción de paz y soberanía alimentaria, según una publicación de Radio Nacional de Colombia.

Su incursión en el ámbito textil se hizo pública en la versión 2023 de la feria más importante del sector, Colombiamoda, en Medellín. Allí expusieron las creaciones elaboradas por sus asociados, mujeres cabeza de familia y hombres especializados en el arte de la confección y la costura.

A su taller llegaron las tres mil prendas de los operarios de Urbaser para que las manos laboriosas de estos artesanos de la moda las desnaturalizaran, un tecnicismo con cual se define a la acción de desbaratar pantalones, chaquetas y camisas y darles vida a nuevos productos, en este caso morrales, cartucheras, monederos, recordatorios para funcionarios recién incorporados o los kits obsequiados a las empleadas que experimentan la maternidad. 

Más que un frío ejercicio de economía circular, la Directora Corporativa de Sostenibilidad de Urbaser subraya que no es un hecho menor, es un valioso aporte al ambiente proveniente de quienes creen que la paz es posible.

Ana Alejandra Jiménez confía en poder ampliar el radio de acción de esta iniciativa. Sueña con que ninguna prenda de ropa en buen estado termine su vida útil en un relleno sanitario y por eso anima a sus compañeros a aportar al programa Tienda de Moda Sostenible, una estrategia que consiste en recolectar artículos textiles en condiciones adecuadas para comercializarnos entre los colaboradores de la empresa.

Su experiencia y dedicación en esta materia le permiten la autoridad moral para hacer dos importantes recomendaciones. La primera: siempre hay una alternativa para aquella ropa que no usamos, otra persona la puede necesitar (siempre y cuando no se trate de ropa interior ni calcetines). La segunda: es necesario reducir el consumo, no comprar por comprar. “Hagamos un uso racional de los productos, no podemos llenarnos de cosas”.

Y para el final nos dejó otra de las frases que guían su cotidianidad y aunque no es de su autoría, la considera un refrán de vida: “El mejor residuo es el que no se genera”.

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