El 11 de mayo de 2011 Álvaro Avendaño le contó al periódico El Tiempo que en el corregimiento de Cheva, como en otros sectores rurales del municipio de Jericó, la tierra se abrió y se tragó casas, cultivos y animales.
Fue una emergencia provocada por la ola invernal que dejó en la ruina a 1.900 personas y convirtió en escombros 327 viviendas, cinco escuelas, redes electricidad y de acueducto.
El desastre natural también arrasó con cientos de hectáreas de pastos y cultivos especialmente de alfalfa y dejó a sus productores literalmente en la calle. Ante este sombrío panorama comenzaron a buscar alternativas para recomponer su maltrecha economía familiar y pensaron en el café.
¿Y por qué no cultivarlo si es una bebida con alto consumo y tiene un buen mercado internacional?, se preguntaron Jimmy Fernando Avendaño Paredes y su familia. A partir de ese momento comenzaron a buscar respuestas, a investigar, a sopesar posibilidades.
Con la información básica en la mano se decidieron por la variedad Castillo y en dos hectáreas de la vereda La Estancia plantaron los primeros arbustos con un reto adicional: la altura.
Jericó es uno de los municipios de Boyacá a mayor altitud sobre el nivel del mar y el cafeto es una planta que tradicionalmente se da en regiones con una temperatura media de entre los 19 y los 21.5 grados centígrados y allí en promedio esta alcanza los 12 °C.
Con todo y el riesgo sembraron una hectárea a los 2.200 m.s.n.m. y otra a los 2.350. Seis años después de los deslizamientos y de la incertidumbre hoy producen uno de los cafés especiales más apetecidos de Boyacá: Happy Coffe, ‘un café de altura’, en grano y molido.
En su empaque, que tiene un elegante y sobrio diseño, se destaca que su sabor es cítrico, que su cuerpo es cremoso, que su aroma y fragancia están asociados al chocolate amargo y a los frutos secos, que su sabor residual tiene que ver con el cítrico de la naranja, que su acidez es viva pronunciada y que su tostión es media.
Una dificultad, una oportunidad
Ha sido muy difícil sostener las plantaciones, admite Jimmy Avendaño, primero porque a diferencia de lo que sucede en otras regiones del país estas no tienen sombra, y a pesar de que las condiciones agroclimáticas de la zona son adecuadas las bajas temperaturas queman las hojas y el verano prolongado los ha obligado a implementar sistemas riego. Es toda una aventura.
Quizá por todos esos avatares el producto que hoy tienen en el marcado ha logrado escalar en calidad y reconocimiento, especialmente en escenarios internacionales como los de Estados Unidos y Kuwait a los cuales pretenden llegar gracias a la estrategia de comercialización que han impulsado a través de redes sociales y de su presencia en ferias, congresos y aeropuertos.
Como la mayoría de emprendedores de Colombia, Happy Coffe se ha financiado con el capital familiar de los Avendaño Paredes y la asesoría de la Federación Colombiana de Cafeteros, y solo recientemente empezó a sentirse el acompañamiento de la Gobernación de Boyacá a través de la Secretaría de Fomento Agropecuario.
Gracias al avance alcanzado, hoy en Jericó se trabaja en la conformación de una asociación que ya vincula a 19 productores y que tiende a crecer pues tanto en el corregimiento de Cheva como en otras ocho veredas el cultivo de café podría beneficiar a 300 familias campesinas.
Esta historia apasiona, especialmente por la ambición de sus gestores que en el inglés de su empaque quieren despertar al mundo: ‘Wake up world. The Best South American Coffee’.