Abel Martínez Martín es doctor en Medicina y Cirugía de la Universidad Nacional y doctor en Historia de la UPTC.
Él, y sus compañeros del grupo de investigación Historia de la Salud en Boyacá, son los responsables del estudio titulado ‘Análisis histórico epidemiológico de la pandemia de gripa de 1918-1919 en Boyacá, un siglo después’.
entreojos.co conversó con el profesor Martínez sobre cómo se desarrolló el trabajo. Relató que cuando leía textos de la historia de la medicina en Colombia, le impresionaba que muy poco se mencionaba lo sucedido con esa pandemia en el país.
Solo el académico y referente de la historia de la medicina, Emilio Quevedo, empezó a nombrar ese episodio que comprometió la salud pública de una nación que se hallaba en un atraso social sin precedentes.
Martínez Martín contó que en 2005 se despertó su inquietud y la de los demás integrantes del grupo de investigación por el tema, conscientes de que en algún momento se repetiría la pandemia de 1918.
Durante 15 años recorrieron los pueblos de Boyacá en busca de los libros de defunción de las parroquias, al tiempo que recopilaron datos desde 1912 hasta 1927 con el propósito de saber qué había pasado antes de la pandemia, durante la pandemia y después de la pandemia.
La indagación les permitió determinar que luego de la época pandémica la gripa se convirtió en endémica, es decir el virus empezó a presentarse de manera frecuente y gracias al desarrollo de la ciencia y de anticuerpos el organismo de las personas se hizo más resistente a sus efectos.
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Abel Martínez aseguró que a pesar de los 50 millones de muertos que generó la pandemia en el mundo, y de los casi 3.400 reportados en Boyacá, la gente olvidó su impacto.
“Nosotros como historiadores nos dimos a la tarea de reconstruir lo que pasó en Boyacá. Ese es el problema de las pandemias, eso aloca a la gente y la gente olvida. Los historiadores tenemos la responsabilidad de hacerle recordar a las personas lo que quieren olvidar”, sostuvo el investigador.
Sobre el trabajo de campo y de recolección de datos, se refirió a su complejidad, especialmente por el hecho de que muchos de ellos estaban fraccionados. “Nos tocó trabajar con los pocos datos que encontramos y como los libros de registro de las parroquias los llenan los curas, en muchos casos no se registraba el motivo del fallecimiento”.
Sobre la relación entre altura sobre el nivel del mar y el volumen de enfermos y muertos, Martínez destacó que en aquella época “la posibilidad de morir de H1N1 era tres veces mayor si estabas en Tota que si estabas en Villa de Leyva”.
En relación con las medidas adoptadas por la Presidencia, la gobernación y las alcaldías, relacionadas con el asilamiento nacional obligatorio, Martínez Martín las calificó de inteligentes.
“Aislarnos es necesario, eso sirve para impedir la circulación del virus. No hay ningún tratamiento, no hay más que hacer, evitar el contagio con los demás. El aislamiento social es la única salida, sin embargo, la atención en camas de hospital y camas del cuidado crítico e intensivo es la que no tenemos”, reflexionó el académico.
Aseguró que el confinamiento decretado por el gobierno va a permitir que la pandemia se expanda lentamente, que la curva de contagio se pueda aplanar y que los organismos de salud no se vean rebasados por el incremento de contagiados.
“Si no hacemos nada nos pasa lo de Italia y la mortalidad en Boyacá podría ser de dos mil personas”, concluyó el médico Abel Martínez Martín.