Según el informe ‘El estado de la seguridad alimentaria y la nutrición en el mundo , publicado por la ONU a través de varias de sus agencias entre ellas la FAO y Unicef, el número de personas impactadas por la escasez de alimentos aumentó en 2020 “bajo la sombra de la pandemia COVID-19”.
El organismo describe que el comportamiento de estas cifras se mantuvo sin cambios sustanciales entre 2014 y 2019, y destaca, precisamente, que los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), formulados en 2015, en el marco de lo que se conoce como la Agenda 2030, incluyó el objetivo No. 2: Hambre Cero que hoy está lejos de ser alcanzado.
Pese al compromiso de erradicar este flagelo, las restricciones y la crisis asociada a la pandemia por Covid-19 provocaron un retroceso significativo en los esfuerzos por garantizar la seguridad y la calidad alimentaria para millones de personas, especialmente en Asia, África, América Latina y el Caribe.
“En general, el mundo no ha progresado ni para garantizar el acceso a alimentos seguros, nutritivos y suficientes para todas las personas durante todo el año (meta 2.1 de los ODS) ni para erradicar todas las formas de malnutrición (meta 2.2 de los ODS)”, expone el informe de la ONU.
Los investigadores atribuyen las causas del hambre mundial a los conflictos, la variabilidad climática y los fenómenos extremos que alteran los ciclos de producción, el bienestar del suelo y el acceso a agua, además de las desaceleraciones y recesiones económicas. “La pandemia de COVID-19 hizo que el camino para cumplir el objetivo No. 2 de los ODS fuera aún más empinado”.
Los datos alarman a quienes estudian el tema. La cifra estimada de personas con hambre en el mundo oscila entre 720 y 811 millones, y los cálculos determinaron que solo en 2020 el número de nuevas personas azoladas por la falta de alimentos fluctuó entre 118 y 161 millones.
En comparación con 2019, 46 millones más de personas en África, casi 57 millones más en Asia y alrededor de 14 millones más en América Latina y el Caribe se vieron afectadas por el hambre en 2020.
FAO, Unicef y las demás organizaciones que evalúan este asunto relacionado con los derechos humanos, llaman la atención de los gobiernos y del sector privado para tomar medidas audaces dirigidas a acelerar el progreso a través de acciones que permitan abordar los principales impulsores de la inseguridad alimentaria y la desnutrición, y las desigualdades que afectan el acceso de millones de personas a los alimentos. De continuar este panorama, “el hambre no se erradicará para 2030”, advirtieron.
“Cuando se transforman con mayor resiliencia a los principales factores, incluidos los conflictos, la variabilidad climática y los extremos, y las desaceleraciones y recesiones económicas, los sistemas alimentarios pueden proporcionar dietas saludables asequibles que sean sostenibles e inclusivas, y convertirse en una poderosa fuerza impulsora para acabar con el hambre, la inseguridad alimentaria y la malnutrición. en todas sus formas, para todos”, concluye el informe ‘El estado de la seguridad alimentaria y la nutrición en el mundo’.
Alternativas
La ONU y sus agencias plantean seis caminos hacia la transformación de los sistemas alimentarios:
1. Integrar las políticas humanitarias, de desarrollo y de consolidación de la paz en las zonas afectadas por conflictos.
2. Ampliación de la resiliencia climática en los sistemas alimentarios.
3. Fortalecimiento de la resiliencia de los más vulnerables a la adversidad económica.
4. Intervenir a lo largo de las cadenas de suministro de alimentos para reducir el costo de los alimentos nutritivos.
5. Abordar la pobreza y las desigualdades estructurales, asegurando que las intervenciones sean favorables a los pobres e inclusivas.
6. Fortalecer los entornos alimentarios y cambiar el comportamiento de los consumidores para promover patrones dietéticos con impactos positivos en la salud humana y el medio ambiente.