Jorge Mario Díaz Luengas, director de la Corporación Colombiana de Investigación Agropecuaria (Agrosavia), dejó el balón en la cancha de la Gobernación de Boyacá.
El reto que el funcionario puso sobre la mesa fue el de unir esfuerzos para masificar el ‘Plan de vinculación participativo para la reconversión tecnológica del cultivo de cebolla larga’ ejecutado en predios de 100 productores de cuatro distritos de riego: Asocolorados, Asosanantonio y Usomanzano, de Aquitania; y Asollano, de Cuítiva.
Su primera fase se cumplió entre octubre de 2019 y abril de 2021 y se diseñó con el propósito de promover prácticas encaminadas a la producción sostenible de cebolla a partir del uso racional del suelo y del agua. Para llevarlo a cabo se implementó la estrategia denominada ‘Sistema participativo de garantías sostenibles que incluye varios sellos de calidad:
– El sello amarillo está relacionado con el componente social y a partir de él se firmaron 100 pactos por la totalidad en los cuales cada productor se compromete a adoptar en sus parcelas lo aprendido en las jornadas de capacitación, y a participar en el cuidado del lago de Tota.
– El sello verde relacionado con la implementación de Buenas Prácticas Agrícolas (BPA).
– El sello azul relacionado con el uso eficiente del agua.
El proyecto fue posible gracias a la alianza institucional entre el Fondo de Patrimonio Natural, Agrosavia, la Unión Europea, la Agencia Francesa de Desarrollo y el Ministerio de Ambiente.
Cebolla sostenible
Jorge Mario Díaz, director de Agrosavia, dijo que el proyecto abrió la puerta para acabar con el divorcio entre el sector agropecuario y el sector ambiental.
“Debemos entender que la agricultura ha estado en la fuente de los problemas provocados al planeta. Consume el 70 por ciento del agua potable, está degradando suelos, ha afectado la biodiversidad, está afectando a ecosistemas sensibles”, admitió el funcionario.
Planteó que es posible ejercer la agricultura de una manera más sostenible, en armónica convivencia con los recursos naturales, y que la agenda de los investigadores debe estar orientada hacia una producción más regenerativa, más consciente.
Se refirió específicamente al daño provocado por la cebolla al ecosistema. Describió que este cultivo toma el gua del páramo y la entrega contaminada con agroquímicos, fungicidas y fertilizantes al lago de Tota. “Ese es un balance que hay que ajustar porque es insostenible”.
Sobre el proyecto piloto que concluyó en el mes de abril, dijo que el mismo abordó el uso racional del suelo y los estudios para conocer su condición, la administración eficiente del agua, los criterios técnicos para determinar la conveniencia o no de utilizar insumos químicos y las posibilidades ofrecidas por aquellos de origen orgánico. Las capacitaciones incluyeron jornadas sobre el uso adecuado de la gallinaza.
Explicó que este desecho de la actividad avícola no puede aplicarse fresco a las plantaciones, “debe tratarse, preparase para que sus elementos estén disponibles para la planta y evitar un efecto adverso sobre el suelo y el agua”
El director ejecutivo de Agrosavia destacó la interacción entre el conocimiento científico de los investigadores y el saber tradicional de los agricultores, “fue un aprendizaje conjunto que permitirá replicar con éxito esta experiencia”.
Además del conocimiento compartido y de las lecciones sobre una mejor relación con el agua y el suelo, Agrosavia aportó la variedad de cebolla Corpoica Aquitania 1 sembrada en las cuatro parcelas demostrativas del proyecto.
Díaz Luengas sostuvo que estos materiales genéticos se han desarrollado para mejorar la tolerancia a ciertas enfermedades y reducir así la necesidad de utilizar insecticidas.
¿Cómo replicar el proyecto?
Esta iniciativa piloto cobijó de manera directa a 100 cebolleros de cuatro distritos de riego, y de forma indirecta a otros 300 cultivadores. La tarea ahora es expandirlo a toda la cuenca del lago en la que están identificados alrededor de 2.600 productores.
“Tenemos el conocimiento, la experiencia y la participación de unos embajadores locales que han visto los beneficios del proyecto y están dadas las condiciones para avanzar hacia una segunda fase”, sostuvo el director de Agrosavia.
Para concretarla ofreció la capacidad institucional de la entidad con el fin de ser articuladores y formular el proyecto de una manera participativa.
Solo se requiere el aval de la Gobernación de Boyacá para presentarlo al Sistema General de Regalías.