El estrés climático incidirá en el incremento de lluvias y el aumento de temperaturas en Boyacá.

¿Cómo se formula el plan de cambio climático para Boyacá?

Con una inversión de $ 1.779 millones, un grupo interdisciplinario identifica los riesgos a los que está expuesto el departamento.

Según se desprende de la Tercera Comunicación de Cambio Climático y los escenarios previstos para Colombia, publicado por el Ideam, entre 2071 y 2100 se espera que las lluvias aumenten entre el 10 y el 30 % en cerca del 14 % del territorio nacional, y eso incluye a Nariño, Cauca, Huila, Tolima, el Eje Cafetero, occidente de Antioquia, norte de Cundinamarca, Bogotá y el centro de Boyacá. 

Aunque allí se anticipa que en el Departamento no se presentarán grandes aumentos de precipitaciones, si se prevé un incremento de entre el 20% y el 40% en las provincias de Centro, Oriente y Márquez con un impacto directo en el sector vial por la frecuencia de deslizamientos.  

La otra cara de la moneda la constituye la reducción de las lluvias. Dicha Comunicación estima que el cambio climático podría generar disminuciones en la precipitación, especialmente en el sur de la Provincia de Neira, “en donde podrán existir reducciones de entre un 10 % y un 20 %”. 

Para finales del siglo, en decir hacia 2100, la temperatura de Boyacá podría ascender en 2,4°C y las zonas más impactadas serían las provincias de Occidente, en particular Puerto Boyacá; y Neira, y el Distrito Fronterizo de Cubará.

“En general, páramos y coberturas nivales estarán sometidos a estrés térmico y la biodiversidad asociada podrá verse afectada por desplazamientos altitudinales”, concluyó el informe publicado por el Ministerio de Ambiente y el Ideam en 2015. 

Seis años después, Boyacá adelanta el proceso para la formulación del Plan Integral de Gestión del Cambio Climático Territorial (PIGCCT), el documento que guiará las acciones de mitigación y adaptación a las actuales alteraciones ambientales. 

Cómo se prepara Boyacá

Foto: entreojos.co
El Occidente de Boyacá, donde se encuentra la ciénaga de Palagua, será uno de los más afectados por el incremento de las temperaturas.

El equipo encargado de esta labor es direccionado por el biólogo Ricardo Salamanca. Son aproximadamente 20 profesionales de diferentes disciplinas quienes en la primera de las cinco fases de formulación del PIGCCT, realizan un diagnóstico de la situación ambiental del departamento. 

Dicha tarea es posible gracias al Convenio 3615 de 2020 entre la Gobernación y Corpoboyacá, y que, con una inversión de mil 779 millones de pesos, de recursos de regalías, le permitirá a la región contar, a mediados de 2022, con este Plan Integral de Gestión del Cambio Climático Territorial. 

Ricardo Salamanca explicó que el documento final contendrá una mirada integral de la situación del departamento en cuanto al estado de sus recursos naturales, su biodiversidad, la disposición y calidad del agua, la situación de sus cuencas, de sus bosques, de los páramos y del suelo. Así mismo dispondrá de información sobre los riesgos actuales y eventuales como sequías, inundaciones, deslizamientos y subida de temperaturas, entre otros. 

El plan también incorporará los proyectos para enfrentar la crisis climática y estos deberán ser incorporados en los planes de desarrollo del departamento y de los municipios, en los planes de acción de las corporaciones autónomas regionales y en todos los instrumentos de planificación territorial como los planes de ordenación de cuencas y de gestión ambiental regional. 

Salamanca indicó que en esta primera fase se realiza una revisión documental a partir de la información suministrada por los 123 municipios, las cuatro corporaciones con incidencia en el departamento (Corpoboyacá, Corpochivor, CAR y Corporinoquia), las ONG, las comunidades, el sector empresarial, las universidades y los centros de investigación. 

Asimismo, se inspecciona el contenido de investigaciones sobre el lago de Tota y otros ecosistemas de importancia estratégica, los planes de manejo de los páramos, los trabajos realizados por el Instituto Humboldt, los resultados de Boyacá Bio y los informes del Panel Intergubernamental de Cambio Climático (IPCC) de la ONU. 

Insistió en la importancia de conversar con cada uno de estos sectores y resaltó que de ese diálogo fluido depende la obtención de datos esenciales para la construcción de un diagnóstico real de la exposición de Boyacá a los cambios en el clima. “Se trata de definir una visión conjunta”, enfatizó Salamanca.  

A la pregunta de si el contenido de los actuales planes de desarrollo resulta útil y pertinente para enriquecer la construcción del plan de cambio climático territorial, Ricardo Salamanca explicó que en la fase de revisión de los mismos se determinará su nivel de actualización y se harán recomendaciones en caso de requerirse la incorporación de nuevos datos sobre el contexto ambiental de cada municipio. 

“Puede haber casos como el de Tópaga en los cuales las alcaldías tienen avanzados proyectos de mitigación y adaptación. Estos se acogerán y se incluirán en la estrategia departamental”, sostuvo el líder de la formulación del PIGCCT.  

De febrero de 2021 a la fecha se ha avanzado en las fases de alistamiento y definición del perfil territorial, y durante el tiempo restante se continuará con el análisis estratégico, la formulación del plan de acción y el diseño de la metodología de monitoreo, seguimiento y evaluación de las acciones a emprender para que Boyacá pueda resistir los efectos del estrés climático. 

Ricardo Salamanca detalló que, en la tercera fase, cuando se identifiquen las principales problemáticas del cambio climático de la región, se definirán las metas, los objetivos claros y la ruta seguimiento.  

En cuanto a los recursos para financiar los proyectos, aseguró que cada uno debe tener asegurado su presupuesto, “solo de esa manera será posible garantizar su viabilidad”, y agregó “los gobiernos sucesivos deben acoger los proyectos previstos en el PIGCCT a fin de enfrentar los retos del cambio climático”. 

Frente al interrogante de cómo asegurar que las próximas administraciones realmente se comprometan con el plan de gestión integral de cambio climático, el líder del proceso depositó su confianza en la sociedad civil, en las comunidades, en las ONG, en la academia, su veeduría e incidencia serán claves para que así sea y los próximos gobiernos no se hagan los de la vista gorda.  

“Si no hacemos acciones inmediatas de acá a 30 años no habrá una reversibilidad de los efectos del clima, y eso nos llevará a más enfermedades como el Covid-19, a desabastecimiento alimentario, a más riesgos y desastres”, advirtió el experto. 

Sobre ecosistemas de vital importancia como el lago de Tota, dijo que a pesar de ser uno de los cuerpos de agua más grandes, es uno de los de mayor uso y usuarios, y uno de los más vulnerables a que se acabe el agua. “Imagínense cuántas personas se pueden quedar sin agua por causa del cambio climático”.

 

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