Cuarta entrega
A un poco más de 3.700 metros sobre el nivel del mar, en la cuchilla de Peñas Negras, en lo alto de la cordillera oriental, al interior del Parque Nacional Natural Pisba, uno de los más importantes del país, Carlos Lora, el jefe de esta área protegida, extiende su mirada hacia el horizonte para agradecer estar allí y seguirse maravillando con las bondades de la alta montaña: sus matices, el agua que discurre apacible, las aves que cantan y la niebla que generosa permite apreciar el imponente paisaje.
Este punto es estratégico. Desde allí se divisa la cuenca del río Pisbano que va hacia el río Cravo Sur y llega el río Meta. Carlos hace énfasis en la posibilidad que tenemos allí de identificar cómo funciona el sistema hidrológico de la cordillera oriental que trae los vientos y el agua de la Orinoquia, permitiendo la vida en la cuenca del río Magdalena, área con menos páramos y bosques, más degradada y con menos agua.
Al interior del Parque Nacional nacen ríos de importancia como el Pauto, los mismos Pisbano y Cravo Sur, quebradas y lagunas de alta montaña, refugio de aves migratorias y nativas. “Es un área representativa de los ecosistemas de páramo, subpáramo y bosque altoandino del nororiente de Boyacá conformando el llamado corredor Biológico Tota-Pisba-Cocuy”, destaca la Unidad Administrativa Especial de Parques Nacionales Naturales.
Carlos y su equipo tienen la enorme responsabilidad de velar por la integridad del Parque Nacional Natural, de cuidar las 45 mil hectáreas que lo conforman y alrededor de las cuales se localizan los municipios de Socotá, Socha, Tasco, Mongua y Pisba.
Durante nuestro recorrido entre el casco urbano de Socha y este sector de la Cuchilla de Peñas Negras, Carlos hace énfasis en la necesidad del ordenamiento ambiental y productivo de la región, “el territorio no solo tiene carbón, también tiene agua, tiene una serie de elementos de biodiversidad y de potencial de otras economías sostenibles que podrían llegar a fortalecer otras formas de ingresos para las familias de la región”.
Fue reiterativo en advertir que allí está prohibida la minería y se refirió a la alerta permanente del grupo de guardaparques a su cargo para evitar la incidencia del ‘boom` del carbón, la temporada de incremento de precios que activa el apetito por el mineral y su extracción ilegal, “por eso debemos estar atentos para evitar su ingreso al parque”.
Pero no es una tarea fácil. Consciente de que al interior del Parque Nacional Natural Pisba puede haber carbón, y a pesar de la voracidad de quienes no tienen reparos para abrir un socavón en cualquier parte para sacarlo, el jefe Carlos Lora asegura no tener reportes de bocaminas en su jurisdicción, aunque si de minas licenciadas y otras no tanto afuera del parque, en la zona de amortiguación, un tema que lo inquieta y frente al cual considera debe ser atendido para evitar futuros impactos.
Y esa atención está relacionada además con el proceso de delimitación del páramo de Pisba y las disposiciones previstas en la Ley de Páramos para poner en marcha proyectos de reconversión y sustitución productiva. El fin último, recordó, es proteger a ese gran ecosistema y a los corredores biológicos con los cuales tiene conexión: el páramo El Cocuy y el Parque Regional Natural Siscunsí – Ocetá, entre otros, “claves para el desarrollo de la región”.
Insistió en la necesidad de trabajar en la generación de alternativas económicas sostenibles que promuevan consciencia ciudadana y permitan ver oportunidades a partir del capital ambiental del territorio, para explicarlo nos compartió un ejemplo de casa. Desde la jefatura del Parque Nacional Natural Pisba en Socha han abierto espacios laborales para jóvenes de la zona, oportunidades de trabajo en la conservación, sin embargo, los posibles candidatos, especialmente hombres, prefieren la minería.
Reflexionó además sobre la particular condición de los ecosistemas de alta montaña a los cuales definió como “territorios de vida” y complementó: “no son territorios de agua exclusivamente”. Su cavilación incluyó a la principal fuente de ingresos local: “nuestra economía depende del agua, la misma economía minero – energética depende del agua para operar”.
Con un bastón de caminante en su mano derecha, necesario para trasegar por este terreno irregular, a veces en ascenso, a veces en bajada, a veces en medio del fango o de las pequeñas corrientes de agua, Carlos Lora, quien lidera la gestión del Parque Nacional Natural Pisba, reitera su llamado a la autoridad y al empresariado minero:
“Se debe ordenar la actividad entendiendo el ordenamiento ambiental de la región y comprendiendo y respetando las disposiciones sobre los sitios en los que se puede y no se puede hacer minería. En el páramo y en el Parque definitivamente no, está prohibida”.
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Este reportaje fue posible gracias al apoyo de la Agencia de Estados Unidos para Medios Globales (USAGM) y la Voz de América.