Boyacá sería uno de los departamentos afectados de acuerdo con el resultado del análisis realizado por el estudiante del Doctorado en Ciencias – Biología de la Universidad Nacional, William Agudelo Henríquez, actualmente trabaja con el grupo de Ecología del Paisaje y Modelación de Ecosistemas (Ecolmod)
De acuerdo con la publicación de la Agencia de Noticias de la Universidad Nacional, esta amenaza sobre la población de ranas surge de “un estudio realizado sobre bases de datos de localidades de ranas, y de relacionar esta información con variables climáticas asociadas con precipitaciones y temperatura”.
A partir de él se adelantó un modelo de distribución potencial para 30 especies de ranas con el fin de establecer el impacto que tendrían a largo plazo como consecuencia en las variaciones climáticas y la pérdida de su hábitat. La indagación alerta además que las ranas que se encuentran en ecosistemas de páramos y bosques de niebla serían de las más afectadas.
Peligro de extinción
“Drásticos cambios en la temperatura, además de sequías más prolongadas o heladas más intensas de lo habitual, constituirán un desafío fisiológico para la supervivencia de las ranas”, anticipó el investigador William Agudelo quien anotó que dada la velocidad con que se están registrando estos cambios su proceso de adaptación será menor al que se ha dado en otros periodos evolutivos, situación que pone en riesgo su subsistencia.
El cálculo de la pérdida en el área de ocupación de las ranas es un criterio de evaluación del riesgo de extinción propuesto por la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (IUCN), y si esta tendencia se mantiene para 2050 desaparecerán entre una y seis especies de ranas debido a los efectos del cambio climático, además de las intervenciones que se sigan haciendo en las grandes extensiones de las áreas naturales de la Región Andina.
“Independientemente de la pérdida de bosques por actividades asociadas con la agricultura o la ganadería, los impactos serán muy similares”, destacó el estudiante de doctorado.
Agudelo Henríquez consideró además que tomar medidas que contribuyan a mitigar los efectos producidos por emisiones de carbono y mejorar prácticas relacionadas con la producción de alimento y pastos para ganado mitigaría el impacto en un 18 %.
Cambios inminentes
Los escenarios de cambio climático para los Andes de Colombia indican que para 2050 las temperaturas podrían aumentar entre 1,4 y 1,6 °C, mientras que los escenarios de cambio en el uso del suelo proyectan una reducción del 14 al 15 % de los páramos y del 15 al 20 % de los bosques andinos, de manera que las proyecciones sobre los anfibios andinos se realizaron según estas premisas.
El estudio contempló el análisis de especies de ranas endémicas, las cuales pertenecen cuatro familias: Bufonidae, con cuatro especies; Centrolenidae o ranas cristal, con dos especies; Craugastoridae o ranas de lluvias, con 22 especies que habitan en los bosques de niebla; y Hylidae, con dos especies, cuya particularidad es que se encuentran por encima de los 1.000 metros de altura y son representativas de los ecosistemas de bosques subandino y de niebla, y de los páramos.
Se sabe que la neblina es un protector natural contra los efectos de los rayos ultravioleta y como el aumento en la temperatura y los cambios en la precipitación alterarían la nubosidad típica de estos ecosistemas, sus efectos se verían reflejados en el desarrollo normal de las ranas.
Estas transformaciones afectarían las etapas tempranas del desarrollo, es decir que los embriones podrían estar en microhábitats con niveles de humedad inadecuados o sufrir mutaciones que alterarían su evolución.
Como las ranas tienden a ubicarse en lugares específicos y las características propias de cada especie hacen que sus respectivos hábitats sean muy limitados, el cambio de uso del suelo para actividades relacionadas con agricultura y ganadería limitaría estas zonas entre un 63 y 79 %, aunque en algunos casos las pérdidas podrían alcanzar el 100 % según el destino que se le dé al terreno.
Las ranas dependen mucho de sus microhábitats y son más vulnerables que otros animales porque su capacidad de moverse es limitada, puntualizó el investigador, quien llamó la atención sobre las posibles implicaciones que tendría la extinción de ranas sobre el control natural de plagas como insectos y hormigas, además de su incidencia en la cadena alimenticia para especies como murciélagos, serpientes y otros depredadores.