Abrigado con una pesada ruana de lana, José Alejandrino llegó muy puntual a la sede de la Institución Educativa Puente de Piedra, en la vereda San José Gacal del municipio de Ventaquemada.
Era uno de los invitados a la reunión convocada por el gobernador de Boyacá, Ramiro Barragán Adame, para presentar un balance del programa ‘Acuerdos de Conservación’ que la administración departamental puso en marcha el 24 de agosto de 2020 en ese sector del páramo de Rabanal.
Ataviado con una gorra beige y unas gafas negras, José Alejandrino se presentó como uno de los campesinos comprometidos con el cuidado del páramo. Aun a pesar de su aspecto recio y sus manos callosas, en su primera declaración exhibió una especial sensibilidad por la vegetación paramuna, el agua y las especies que de ella dependen.
“Me comprometí a cuidar un humedal que tiene un nacimiento de agua”, dijo con cierto aire de orgullo, “y la idea es protegerlo para que el agua siga fluyendo”.
Fue tal el nivel de responsabilidad expuesto que denunció la contaminación con residuos químicos provocada por algunos de sus vecinos, así como la tala y la caza de especies silvestres. Frente a ello pidió acciones concretas de parte de las autoridades.
Gracias a este ‘Acuerdo de Conservación’, José Alejandrino Moreno ha visto el florecimiento de vegetación de páramo en su predio, de un poco más de media hectárea, que destinó para preservarlo. Allí hay un nacimiento que alimenta un humedal y es el lugar preferido de una familia de patos.
Este es un síntoma de recuperación de la fauna y flora locales, y José Alejandrino se aferra a él para seguir cuidando este pedazo de ecosistema. También aprovechó para pedirle al gobernador más acompañamiento y capacitación con el fin de hacer sostenible el cultivo de la tierra, y la crianza y el levante del ganado, al fin y al cabo esos son los principales medios de subsistencia de los campesinos que conviven con Rabanal.
Campesinos aliados
El gobernador Ramiro Barragán Adame aprovechó el encuentro para agradecer a las 67 familias vinculadas a este programa de pago por servicios ambientales o de salvapáramos, una de sus banderas para evitar la expansión de la frontera agrícola y preservar el recurso hídrico.
Confesó su preocupación pues al principio, cuando comenzaron las visitas para formalizar los acuerdos de conservación, percibió la renuencia de los habitantes del páramo. Luego de varios encuentros de socialización, entendió que la comunidad temía ser desalojada de sus tierras y desplazada hacia los centros urbanos.
“Hoy en día me dicen que quieren que el programa se extienda por más tiempo y han asumido el compromiso de cuidar el planeta, y nosotros los hemos convertido en nuestros socios, en nuestros aliados”, declaró Barragán durante la presentación del balance del programa en la Institución Educativa Puente de Piedra.
Y por ese esfuerzo las familias vinculadas hoy reciben montos de entre 500 mil y dos millones de pesos anuales como compensación, un recurso que se mantendrá hasta finales de 2023 cuando concluya el periodo del actual gobernador.
El mandatario destacó como logro que esta iniciativa haya cobijado 165 hectáreas en las cuales hoy no se cultiva papa ni se pastorea ganado, un porcentaje reducido frente a las 2.476 hectáreas del páramo Rabanal en Ventaquemada, sin embargo, un avance en el propósito de ampliar esta estrategia a todos los páramos del departamento.
Frente a la incidencia de la ganadería, la agricultura y la minería confió en el trabajo articulado con las Corporaciones Autónomas Regionales (CAR) y las alcaldías dirigido a procurar el desmonte progresivo de los proyectos extractivos en los páramos, como lo ordena la Ley 1930 de 2018; formalizar aquellos situados muy cerca de las áreas protegidas y reconvertir o sustituir practicas económicas incompatibles con el agua y los frailejones.
Vienen más acuerdos
Giovany Viasus, secretario de Medio Ambiente y Desarrollo Sostenible de la Gobernación de Boyacá, dio fe del cumplimiento por parte de las familias beneficiadas. Relató que periódicamente funcionarios de su dependencia visitan los predios, inspeccionan lo pactado y hacen recomendaciones si es necesario.
La tarea de los campesinos es cercar el área destinada a conservación, proteger los nacimientos de agua y evitar la presencia de ganado en los manantiales.
Reveló además que gracias al aprendizaje en Rabanal, en las próximas semanas comenzará un proceso similar en el páramo Cristales Castillejo o Guachaneque, situado en área de los municipios de La Capilla, Pachavita, Úmbita y Turmequé. Allí se trabajará con las juntas de acueducto veredal.
Un reto no menor es lograr la estructuración de un plan de acuerdos de conservación para el páramo de Pisba, el único del departamento que aún se halla en etapa de delimitación, y frente al cual es necesario el concurso de la Nación, las CAR y los municipios.