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Habitantes de Pueblo Viejo

Pueblo Viejo, el caserío donde durmió Bolívar, clama por ayuda

En esta vereda de municipio de Socotá, Boyacá, no hay luz eléctrica ni puesto de salud ni profesores para la educación de los niños.

El trayecto por la Ruta Libertadora está pañetado con lajas lo que dificulta el desplazamiento.

Si usted se encuentra en la vereda de Pueblo Viejo, al sur del municipio de Socotá, y se enferma gravemente deben transportarlo a pie durante 10 horas hasta Socha o Socotá en una camilla improvisada hecha de dos varas y una cobija.

La otra alternativa es que en la misma camilla lo trasladen a Pisba por un estrecho sendero en forma de columpio en un recorrido que puede durar tres horas hasta el sector de Tobacá. La tercera posibilidad es que no alcance a llegar y se muera por el camino.

Con este realismo describen los habitantes de Pueblo Viejo la situación en la que viven. Allí no hay centro de salud ni luz eléctrica y el único colegio de la zona, el Juan José Rondón, no tiene profesores y por supuesto tampoco estudiantes. La violencia que azotó a esta región de Boyacá y el abandono estatal hizo que los más jóvenes salieran de la vereda por seguridad y en busca de oportunidades.

Tan olvidados estarán que el día del plebiscito del 2 de octubre no les hicieron llegar el puesto de votación, pero en las elecciones a cargos de elección popular, en las que se eligen alcaldes y concejales, si llegan los candidatos a pedir el apoyo popular.

Las 60 familias que viven tanto en Pueblo Viejo como en Guamá lo hacen por el apego a la tierra, a las dos o tres reses que ceban como ahorro para el futuro o a los cultivos de café, plátano, maíz, yuca y caña que les aseguran el sustento diario.

Lo que producen lo consumen o lo intercambian a través del trueque. Es muy poco lo que pueden vender en las plazas de mercado por la dificultad para el tránsito hacía los centros poblados.

Jesús Mendivelso Tabaco, nació en Pisba, hace un poco más de 60 años, y aunque tuvo la posibilidad de estudiar en Duitama gracias a una beca, prefirió quedarse en Pueblo Viejo y echar raíces. Él y su esposa Estelia Estepa son apreciados por su inagotable generosidad, la misma que caracteriza a los campesinos de los páramos y las sabanas boyacenses.

Don Jesús y sus vecinos son los protagonistas de esta historia que ha cambiado de actores mas no de circunstancias. Hace 197 años Simón Bolívar y su ejército libertador trasegaron por estos agrestes caminos de laja y piedra suelta que acaban con las rodillas y a veces con la paciencia. Allí pernoctaron. En aquella época no había enfermería ni escuela ni mucho menos luz eléctrica, hoy todo sigue como si el tiempo se hubiera detenido. Nada ha cambiado.

La última brigada de salud de la que se tenga noticia pasó por aquí hace como 10 años, y la escuela cerró sus puertas en 2012 por falta de profesores y de garantías de seguridad para seguir prestando el servicio. Fredy Goyeneche, concejal de Socotá, lo describe así: “Muchos niños se fueron para la guerra y otros tuvieron que desplazarse. Otros simplemente se quedaron sin estudio”.

Un vecino intocable

El tránsito hacia Pueblo Viejo implica atravesar el Parque Nacional Natural de Pisba. 

Para llegar a Pueblo Viejo desde Socha o Socotá es preciso atravesar uno de los ecosistemas más importantes del país por la diversidad biológica que alberga: el Parque Nacional Natural de Pisba, un área de 45 mil hectáreas que fue creada en 1977.

Adriana Pinilla es la jefe del Parque y junto a sus 16 compañeros de trabajo tiene la responsabilidad de velar por el buen estado de lo que ella y sus técnicos denominan “valores objeto de conservación” que son nada más y nada menos que la vegetación de páramo, subpáramo, bosque alto andino y bosque andino, recursos que aseguran el suministro de agua y otros servicios ambientales para cerca de 130 mil personas de los departamentos de Boyacá y Casanare.

En el Parque Nacional Natural de Pisba se han identificado 12 especies de frailejón, seis de las cuales son endémicas, es decir son exclusivas de esta reserva. En su interior nacen los ríos Cravo Sur, Pauto, Tocaría y Pisba, una decena de quebradas y alrededor de 35 lagunas de origen glaciar.

En materia de fauna se destaca la presencia del oso de anteojos, mamífero en peligro de extinción por la acción de cazadores que ven amenazadas sus exiguas ganaderías, lo que resulta paradójico porque son los bovinos los que recorren el territorio del Tremarctos ornatus como se le conoce científicamente a esta especie silvestre.

José Vicente Estepa se queja porque el oso se devoró varios de sus semovientes, sin embargo, para los funcionarios de Parques Nacionales se trata de una situación provocada por la invasión del hombre al hábitat del oso.

La norma es clara: su condición de área protegida impide que allí se desarrollen actividades productivas como la agricultura y la ganadería, y mucho menos la minería, situación que por décadas ha provocado discrepancias con las comunidades que residen en el área de amortiguación del Parque.

¿El Parque o la vía?

La comunidad insiste en la apertura de una vía.

El debate por las restricciones que conlleva convivir con el Parque Nacional de Pisba persiste hoy, especialmente por la petición de los líderes comunales de intervenir el histórico sendero de la ruta libertadora para adecuar una vía por la que pueda transitar una ambulancia o el camión del mercado.

Frente a la insistencia de la comunidad, Adriana Pinilla, la jefe del Parque, destacó el avance de los acuerdos con la Alcaldía y el Concejo de Socotá para mejorar las condiciones de quienes deben movilizarse por el interior del área protegida.

Sostuvo que se trabajará con las mismas comunidades para adecuar algunos tramos del camino, incluida parte de la Ruta Libertadora, y confió en sus líderes también se comprometan con el cuidado de los ecosistemas presentes el Parque Natural que hoy advierte deterioro en varios sectores como consecuencia del pastoreo de ganado y de las quemas para la apertura de potreros.

De manera complementaria se adelanta la identificación de las personas que residen dentro del Parque de Pisba y en sus límites para desarrollar con ellos procesos productivos sostenibles orientados a garantizar el sustento de las familias y la protección de este ecosistema.

La opción de una vía vehicular por la Ruta Libertadora está descartada por el alto impacto que esta podría generar al patrimonio histórico, cultural y ambiental, además por las dificultades técnicas y financieras asociadas a la topografía del terreno.

Mientras se toma una decisión que satisfaga los intereses ambientales y sociales que allí están en juego, Jesús Mendivelso y sus vecinos tendrán que seguir viviendo como sus antepasados hasta que el Estado se acuerde de ellos. Su última esperanza son los proyectos que desde la Gobernación de Boyacá les han planteado a propósito de la conmemoración del Bicentenario de la Independencia de Colombia en 2019.

Los problemas que afectan a la comunidad fueron expuestos ante funcionarios de Parques Nacionales.

Testimonios

Adriana Pinilla, directora del Parque Natural de Pisba

“La opción de una vía vehicular por la ruta libertadora está descartada por el alto impacto que esta podría generar al patrimonio histórico, cultural y ambiental”.

Emerio Cucunubá Cantor, presidente del Concejo de Pisba.

“Es necesario encontrar una solución que beneficie a las comunidades y el medio ambiente, porque el desplazamiento por esta ruta es un martirio para los abuelitos, las personas enfermas, las mujeres embarazadas y los niños”.

Daniel Niño, concejal de Socotá

“Además del tema ambiental es buscar soluciones a un problema social que afecta los derechos a la salud, al trabajo, a la educación y a la igualdad. Son derechos que se les han vulnerado por mucho tiempo a esta comunidad”.

Plutarco Ochoa, habitante de Pisba

“Le pedimos al gobierno que ya que hablan tanto del Bicentenario que nos den la oportunidad de arreglar ese camino de la ruta libertadora para que podamos sobresalir. Estamos abandonados hace 200 años desde que pasó Simón Bolívar”.

Severo Goyeneche, habitante de Pueblo Viejo

“La salud nos toca curarla con yerbitas. El Estado nos tiene abandonados. Hace como 10 años no llega una brigada de salud y los de la tercera edad no pueden salir a cobrar los subsidios del gobierno”.

Fredy Goyeneche, concejal de Socotá

“La escuela de Pueblo Viejo está abandonada. Muchos niños se fueron para la guerra y otros tuvieron que desplazarse. Otros simplemente se quedaron sin estudio. Aquí tampoco hay luz eléctrica”.

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