Seis tipos de pulpa de fruta ofrece este emprendimiento verde.

Pulpiaroma, un negocio verde alineado con los objetivos de desarrollo sostenible

Su gestor creció en una central de abastos y desde allí vio el potencial de transformar las frutas y de consolidar un emprendimiento amigable con el ambiente.

Un guacal, ese cajón rústico de madera utilizado para movilizar guayabas, fue la tarima desde la cual Iván Cárdenas Antolines visualizó su futuro. Hoy, en su condición de emprendedor, recuerda que su mamá Hilda lo llevaba desde muy niño a la Plaza de Mercado del Sur, en Tunja. Desde esa cuna improvisada la veía vender hiervas y frutas, negociar con compradores y vendedores, y subsistir en ese agreste y dinámico comercio al cual Iván considera como su primera escuela. 

Allí aprendió a relacionarse con las personas, a entablar sin timidez una conversación y a despertar esa chispa de vendedor de la cual hoy hace gala. Doña Hilda lo puso a trabajar a los siete años, vendía papayuelas, tomillo, hierbabuena y otras especies. Ofrecía sus productos por los pasillos de la plaza y regateaba su precio, así se ganaba la vida y ayudaba a su familia. 

Un poco más grande empezó a acompañar a su abuelo Flaminio Antolines a recorrer el centro de la ciudad para ofrecer las hiervas que llevaba terciadas a la espalda y las papayuelas que cargaba como contrapeso a la altura del pecho. Se iba con el viejo Antolines a Corabastos y a otras plazas de Bogotá a conseguir mercado para vender en Tunja, y cuando estaba cerca de los 15 años ya hacía ese viaje solo. Si, era un riego, pero también una aventura. 

Es un recuerdo vivo, uno que lo marcó para siempre, que le enseñó el significado del sacrificio, del untarse y del embarrarse como paso previo e inevitable para alcanzar el éxito, y Pulpiaroma es la mejor prueba de ello. Iván es bachiller del INEM, está a punto de graduarse como administrador de empresas de la UPTC y al tiempo cursa una especialización en productividad y mejoramiento continuo.

Del desperdicio al aprovechamiento

Iván Cárdenas Antolines, gestor de Pulpiaroma.

Sus días en la plaza de mercado le fueron mostrando el camino. En época de cosecha era testigo de la cantidad de fruta que se descartaba en los puestos de venta, su estado de maduración dejaba sin opciones a los comerciantes y debía desecharse; en otras ocasiones se experimentaba la escasez del producto. 

Como su abuelo Flaminio, Iván ofrecía por los cafés capitalinos las hierbas y la papayuela, al poco tiempo alternaba su trabajo en la plaza con el de mesero, servía tintos y agüitas aromáticas. En esa combinación de oficios advirtió la posibilidad de vender la papayuela pelada, de esta forma le ahorraba tiempo al personal del establecimiento, y más tarde se la entregaba lista para el consumo. Así nació ‘Pulpiaroma, la pulpa de fruta sin conservantes’. 

Poco a poco el negocio fue creciendo. Identificó otros cafés interesados en su producto e incluyó durazno, piña, mora, guanábana y fresa. Recientemente está innovando con varios frutos del páramo como la uva camarera, la una de anís, el lulo torojo o cuque y el azabache, especies poco conocidas, de cosechas muy limitadas por las características del ecosistema donde crece, pero con muchas posibilidades por sus propiedades.    

Al principio distribuía las pulpas en cantinas lecheras, luego Pulpiaroma recurrió a envases de plástico, y al percibir desventajas como su rápida fermentación, en razón a las características del recipiente, optó por botellas de vidrio muy apetecidas por sus clientes de Tunja, Villa de Leyva, Sáchica, Ráquira y Ventaquemada. Muy pronto esperan expandirse a Bogotá.

Iván reconoce que fue un aprendizaje complejo pero necesario, gracias a él Corpoboyacá le otorgó en 2018 el certificado de negocio verde, amigable con el ambiente. Las botellas de cristal se reciclan, permiten la adecuada conservación de las pulpas, no requieren refrigeración y el consumo de agua es mínimo. 

Su condición de emprendimiento sostenible le ha llevado a participar de ferias como Expoboyacá 2018, Agroexpo y Bioexpo, en Cali. 

Iván, su hermano, su familia y sus aliados aspiran a que Pulpiaroma se convierta en el primer transformador de fruta fresca de Boyacá y de esta forma contribuir con su aporte al cumplimiento de los Objetivos de Desarrollo Sostenible de la ONU, especialmente en cuanto a reducir el desperdicio de alimentos. 

Adicionalmente confía en que la gestión articulada con la Gobernación, las alcaldías, la autoridad ambiental y los cultivadores permita en un futuro próximo implementar prácticas agroindustriales integrales dirigidas a la promoción de los cultivos limpios.           


Si quieren conocer más información sobre Pulpiaroma, pueden consultar su perfil de Instagram.  

Esta crónica se produjo gracias al auspicio de Corpoboyacá.   

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