Daniel Otálora acompañaba con frecuencia a su mamá Liliana Orrego Botero al mercado.
En el recorrido por los pasillos y al momento de pagar advertían que vendedores y compradores hacían uso indiscriminado de bolsas. “La gente se envuelve en bolsas plásticas para llevar tomates y otras cosas”, describió Liliana María en tono de ironía con su marcado acento paisa.
Liliana nos recibió en su casa de Tunja para contarnos los detalles de este emprendimiento familiar. Nos mencionó que la imagen que los impactó la vieron en un noticiero de televisión por allá en mayo de 2019. Ese día el informe periodístico daba cuenta de un vendaval ocurrido en la costa y el infeliz protagonista de este fenómeno era un árbol azul, no por su follaje natural sino por la cantidad de bolsas que el viento arrastró hasta sus ramas.
Varias reflexiones los invadieron en ese momento. La primera, el tiempo que tarda una bolsa de plástico en descomponerse; la segunda, la necesidad de encontrar una alternativa para reemplazar el volumen de empaques distribuidos a diario en tiendas, panaderías, supermercados y plazas de comercio de alimentos, por solo mencionar algunos de los establecimientos más generadores de desechos.
Daniel y Liliana comenzaron a indagar para identificar qué material podría ser el apropiado para la producción de bolsas reutilizables. Daniel es ingeniero químico y su mamá es diseñadora de modas. En su búsqueda consideraron varias posibilidades y dieron con un poliéster resistente al uso y al paso del tiempo. Hicieron pruebas y descubrieron importantes propiedades de conservación de los alimentos refrigerados, entre ellas la de permitir la transpiración de frutas y verduras.
Liliana nos explicó que este tipo de alimentos transpiran y en las bolsas de Taleguitos, la marca surgida de esta iniciativa, tienen la posibilidad de hacerlo sin deteriorarse como sí sucede al utilizar plásticos.
Cuándo le indagamos por su condición de sostenibilidad y por su aporte al medio ambiente, esta emprendedora antioqueña, radicada hace tres décadas en Boyacá, destacó varias ventajas: son reutilizables, son lavables, no llevan tinturas que puedan afectar a los alimentos y al usarlas se reduce el consumo de plástico.
Una vez definido el producto y comprobadas sus ventajas, por recomendación de varios amigos se fueron para la Cámara de Comercio de Tunja a registrar la marca.
Este fue un paso determinante en la etapa de comercialización. Las vecinas y las amigas fueron las primeras compradoras, ellas adquirían los taleguitos para sus casas y para obsequiárselos a familiares y conocidos. Luego se dieron a conocer a través de la participación en ferias y exposiciones de productos amigables con el ambiente, y con el pasó de los días lograron entrar en el radar de varios almacenes de Tunja y de grandes superficies que hoy ofrecen estas novedosas bolsas de tela en ciudades como Bogotá, Medellín y Bello.
Por su innovación y compromiso con el cuidado del planeta, Taleguitos ha recibido el apoyo de la Alcaldía de Tunja y de la Gobernación a través de la marca Soy Boyacá. Ahora Daniel y Liliana trabajan para buscar la certificación de Negocio Verde por parte de Corpboyacá.
Liliana se declara complacida por el crecimiento de su emprendimiento, por el beneficio que le representa al medio ambiente y por la posibilidad de emplear a ocho mujeres cabeza de familia en la confección de las bolsas de poliéster. Ese es otro logro significativo, el de ayudar a estos hogares de Tunja a mejorar sus condiciones de vida.
– Si hoy tuviera la posibilidad de pedir un deseo asociado a la labor que realizan, qué preferiría, le preguntamos a Liliana al final de nuestra entrevista.
Su respuesta fue contundente: – No volver a ver árboles verdes cubiertos de bolsas azules.