Foto: entreojos.co
Paujil de pico azul registrado en el sendero de la quebrada La Cristalina, en Puerto Boyacá.

El paujil de pico azul, una especie en riesgo de extinción, protegida en la reserva natural de Proaves

La deforestación, la cacería y el tráfico de fauna silvestre, las principales amenazas de esta ave endémica de la Serranía de las Quinchas.

A una hora de Puerto Boyacá y a 283 kilómetros de Bogotá, en el corregimiento de Puerto Pinzón, se localiza la Reserva Natural de las Aves El Paujil, un área protegida de la Fundación Proaves creada en 2003 con el apoyo de American Bird Conservancy y Global Conservation Fund para proteger al paujil de pico azul.

De acuerdo con información del Zoológico Santa Fe, el Crax Alberti, como se le conoce científicamente, “se encuentra en bosques húmedos de tierras bajas, piedemontes y colinas bajas. Usa el interior de bosques maduros poco intervenidos y ocasionalmente bordes de bosque y vegetación en bosques secundarios”.

Boyacá tiene el privilegio de contar con su presencia en el bosque húmedo tropical del Parque Regional Natural Serranía de las Quinchas, al interior del cual se encuentra esta Reserva Natural que tiene una extensión de 4.500 hectáreas situadas entre los municipios de Puerto Boyacá (Boyacá) y Bolívar y Cimitarra (Santander). La Reserva El Paujil está ubicada entre los 150 y 1.200 m.s.n.m.

Johana Alejandra Castro Arango, subdirectora de áreas protegidas de la Fundación Proaves en la zona central de Colombia, sostuvo que la conservación del bosque, la restauración de áreas afectadas en el pasado por actividades humanas y el trabajo con la comunidad ha permitido la protección del paujil de pico azul. En los monitoreos periódicos que realizan los guardabosques y el equipo biólogos de la Fundación se ha podido evidenciar el aumento considerable de ejemplares de esta especie.

Esta buena noticia está asociada a lo previsto en el Plan de Manejo Ambiental de la Serranía de las Quinchas que incluye tres componentes esenciales: preservación, definición de áreas de uso público y regeneración del bosque.

“La Fundación Proaves trabaja específicamente el de la preservación”, explicó Johana Castro. Agregó que esta ONG adquirió las 4.500 hectáreas que hoy conforman la reserva a partir de los recursos aportados por cooperantes internacionales.

“Nosotros las dejamos quietas para que se den procesos de restauración pasiva. En las áreas donde hay potreros hacemos restauración activa con especies nativas para establecer corredores biológicos y asegurar la presencia de las aves y de otros animales silvestres que habitan en la reserva”, explicó Johana Castro quien detalló que periódicamente la Fundación entrega informes a los financiadores sobre las acciones conservación emprendidas.

Hoy el bosque se ha recuperado y los visitantes pueden ver al paujil en libertad. A la fecha se han regenerado 700 hectáreas gracias a acciones de restauración activa, a través de jornadas de reforestación, y las restantes 3.700 hectáreas se han restablecido de manera natural.

Monitoreo y control

En las reservas naturales de Proaves se dispone de guardabosques que contribuyen a su cuidado y protección. Foto: Proaves. 

Una de las claves de la conservación es el control y la vigilancia que debe hacerse de las áreas protegidas para evitar la presencia cazadores y taladores que pretendan hacer extracción ilegal de ejemplares de fauna y flora, y la Fundación Proaves realiza esa tarea con un equipo de guardabosques que semanalmente hacen recorridos por este sector de la Serranía de las Quinchas.    

La labor de vigilancia se comparte con el personal que la Corporación Autónoma Regional de Boyacá ha contratado para velar por el bienestar de este Parque Regional Natural de 21 mil hectáreas, el último relicto de bosque húmedo tropical del Magdalena Medio. En el marco de esta articulación con entidades del Estado, la Fundación también hace parte del Sistema Regional de Áreas Protegidas de Corpoboyacá y junto a la Gobernación ha intervenido en campañas de reforestación.      

En la zona hay presiones por cacería, por tala, por invasión de colonos en la parte alta de la reserva y el patrullaje de los guardabosques permite que el paujil se mantenga a salvo así como otras especies que han sido consideradas en riesgo de extinción como la cotorra cariamarilla, el habia ceniza, el torito capiblanco, el tucán, el carpintero bonito y el mono araña.

Comunidad, clave de la conservación

La observación de aves es una de las actividades que realizan los visitantes en la reserva natural El Paujil. Foto: Proaves. 

La Fundación Proaves adelanta gestiones para acceder a los recursos que les permita fortalecer un proyecto de educación ambiental con habitantes del sector de Puerto Pinzón y estudiantes de la zona.

Una de las pretensiones es que los jóvenes que cursan grado 11 puedan prestar su servicio social dentro de la reserva y el énfasis agroforestal del colegio del corregimiento contribuye a que el aporte de los escolares favorezca el cuidado del bosque natural y a que ellos y sus familias comprendan que hay opciones de subsistencia diferentes a la extracción de madera y la cacería. “La Serranía de las Quinchas es un enorme laboratorio vivo del cual los estudiantes y la comunidad pueden aprender”, sostuvo Johana Castro.

Y aunque el ecoturismo no hace parte de la misión de la Fundación Proaves, una alianza con la Secretaría de Turismo de Puerto Boyacá ha permitido que personas de la región conozcan lo que se ha hecho en la reserva. Allí se han acondicionado cabañas para el alojamiento de visitantes que acuden a realizar senderismo y avistamiento de aves.

La Reserva Natural de las Aves El Paujil, en el corregimiento de Puerto Pinzón, en Puerto Boyacá, contribuye al bienestar de la Serranía de las Quinchas y de los seres vivos que allí habitan. Hay que conocerla. 

 

 

      

 

     

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