Cada año, la conmemoración de la Semana Santa trae consigo tradiciones religiosas que, en muchos casos, ponen en riesgo la biodiversidad del país. En Colombia, el uso de especies de flora y fauna nativa durante estas celebraciones ha llevado a las autoridades ambientales a recordar a la ciudadanía las restricciones establecidas en la normativa vigente para proteger los ecosistemas.
El Domingo de Ramos es una de las fechas más emblemáticas de la Semana Santa, en la que tradicionalmente se empleaban hojas de palma de cera (“Ceroxylon quindiuense”), especie emblemática y en peligro de extinción. Su recolección indiscriminada afecta no solo la regeneración de la palma sino también a especies asociadas a su ecosistema, como el loro orejiamarillo (“Ognorhynchus icterotis”).
Por esta razón, las autoridades han prohibido su comercialización y uso. Como alternativa, se recomienda a la comunidad utilizar plántulas y arbustos nativos que luego puedan sembrarse, contribuyendo así a la restauración ecológica.
Otro problema recurrente en esta temporada es la caza y consumo de especies en veda, como tortugas, iguanas y peces de agua dulce en peligro de extinción. Estas prácticas no solo afectan la biodiversidad sino que también representan un delito ambiental sancionado por la legislación colombiana.
Sanciones por uso indebido
El incumplimiento de estas normativas conlleva consecuencias tanto administrativas como penales:
• Sanciones administrativas: La Ley 1333 de 2009 establece multas diarias de hasta 5.000 salarios mínimos mensuales legales vigentes para quienes extraigan, movilicen o comercialicen palmas silvestres u otras especies protegidas.
• Sanciones penales: Según el Artículo 328 del Código Penal, el aprovechamiento ilícito de los recursos naturales renovables puede acarrear penas de prisión de 60 a 135 meses y multas entre 134 y 43.750 salarios mínimos mensuales legales vigentes.
Compromiso ciudadano
Las entidades ambientales hacen un llamado a la ciudadanía para que adopten alternativas sostenibles en sus celebraciones. Pequeños cambios en las tradiciones pueden marcar una gran diferencia en la preservación de la flora y fauna colombiana, garantizando que estas especies puedan seguir cumpliendo su papel en los ecosistemas.
La protección del medio ambiente es una responsabilidad compartida. Optar por opciones ecológicas y respetar la normatividad vigente permite que futuras generaciones también puedan disfrutar de la riqueza natural del país.