Por Germán García Barrera
Amaya, quien ocupó el cargo de gobernador de Boyacá durante el periodo 2016 – 2019, llega de nuevo a regir los destinos de un departamento que debe darle prioridad a la gestión integral de los residuos sólidos, al tratamiento de sus aguas residuales, a la protección de sus ecosistemas y la administración del recurso hídrico; a la adaptación del territorio a las variaciones del cambio climático y a la implementación de los planes de manejo de los páramos delimitados.
No menos importante es su incidencia, y su responsabilidad, en la elección de los nuevos directores de las Corporaciones Autónomas Regionales de Boyacá, especialmente Corpoboyacá y Corpochivor, que más allá de fortines políticos y burocráticos, deben responder adecuadamente a su papel como autoridades ambientales en los territorios a su cargo.
En su propuesta de gobierno, el electo mandatario seccional expone varios puntos centrales de lo que será su gestión y de lo que podría finalmente ser incluido en el Plan de Desarrollo para el periodo 2024 – 2027.
En asuntos como el desarrollo sostenible, Carlos Andrés Amaya Rodríguez les propuso a sus electores “lograr un Boyacá para la vida, donde el desarrollo sostenible sea un principio del derecho”.
En el documento inscrito ante la Registraduría Nacional del Estado Civil, el gobernador electo insiste en la sostenibilidad como “el eje rector de todo nuestro accionar, la piedra angular de todas nuestras políticas públicas para que los programas y proyectos giren en torno a esta meta, dirigiendo esfuerzos a la protección de la naturaleza porque las próximas generaciones lo necesitan”.
Y en este punto finaliza su primer planteamiento con la siguiente sentencia: “Habremos de circular desde esa perspectiva antropocéntrica a una eco-céntrica, donde la protección de la naturaleza se debe dar su importancia misma”.
En otro apartado de su propuesta de gobierno titulada “Tierra verde y biodiversa”, Amaya Rodríguez y su equipo enumeran acciones puntuales como las siguientes:
Protección, restauración y conservación para la prestación de servicios ecosistémicos; regulación del ciclo hídrico, polinización, fijación de CO2, transitar hacia una ciudadanía más ecológica, una bio – economía y ecoturismo. “La crisis climática y ecológica que vivimos, nos insta a replantear los modelos, a proponer transiciones y encontrar otros modos”.
Uno de los proyectos bandera de su primera administración fue Boyacá Bio, una propuesta financiada con recursos de regalías y apoyada por el gobierno nacional a través del Ministerio de Ciencias y del Instituto Alexander von Humboldt.
A través de ella, y de una serie de expediciones realizadas por diversas zonas del departamento, los expertos identificaron cientos de especies de fauna y flora, algunas nuevas para el estudio de la academia.
A partir de los logros alcanzamos, Amaya propone una segunda fase “con mayores alcances” y beneficios para las comunidades que conviven con los ecosistemas bajo conceptos como “bio economía, una economía forestal, una economía que protege la vida, que restaura y promueve bienestar social”.
En el programa de gobierno expuesto por Amaya se menciona inclusión de Boyacá Bio Fase II en el Plan Nacional de Desarrollo “en el marco de sus líneas estratégicas orientadas a la conservación de la biodiversidad y la restauración de los ecosistemas para la resiliencia climática”.
Proyectos estratégicos para atender deudas históricas
En el componente de proyectos estratégicos, Carlos Amaya cita en el numeral 6.1.2 de su propuesta la adecuación hidráulica río Chicamocha que contempla su intervención en seis tramos a fin de regular el caudal y el cauce del río para disminuir los riesgos de inundación en su cuenta alta, el almacenamiento de agua en las épocas de picos lluviosos para disponer de ellas en las temporadas secas, “satisfaciendo las necesidades de suministro para consumo humano en Tunja, Paipa, Duitama, Nobsa y Tibasosa”.
Es preciso señalar que un proyecto de esta naturaleza fue puesto en marcha por Corpoboyacá en la administración del ex director Ricardo López Dulcey.
También sobre el Chicamocha, Carlos Amaya prometió trabajar en el establecimiento y la conformación de las rondas de protección ambiental del afluente, “convirtiéndolo en foco ecológico y turístico, y amplía la cobertura para distritos de riego y drenaje de gran escala del alto Chicamocha, con miras a incrementar la productividad agraria en cumplimiento de los objetivos de seguridad alimentaria y acceso al agua potable”.
En cuanto al manejo de las aguas residuales, planteó lo que desde hace años los expertos y los mismos ríos les han pedido a los gobiernos y a las CAR: su descontaminación. Aquí se centró en la creación de la “Ruta Ptar”, una estrategia de articulación entre el gobierno departamental, las corporaciones ambientales, los municipios, el gobierno nacional y la concurrencia del sector productivo para la construcción de plantas de tratamiento.
En cuanto a los residuos sólidos, Amaya se refirió a un asunto obvio frente al cual poco o nada se ha avanzado en las recientes administraciones: “el modelo de disposición actual está diseñado para enterrar las basuras” y consideró necesario “articular esfuerzos para incentivar la separación en la fuente de residuos en todos los municipios para así lograr eficiencia, ahorrar costos de transporte y el aprovechamiento de materiales para abono o compos para el mejoramiento y restauración de suelos”. El departamento sigue esperando la promesa de poner en marcha el Plan Departamental para la Gestión Integral de los Residuos Sólidos.
En relación con la promoción de la sostenibilidad, el gobernador electo citó en su programa de gobierno un proyecto denominado “Minería Climáticamente responsable” cuyo propósito es “acompañar y fomentar la participación del sector minero boyacense en el mercado de carbono alineándose con los estándares globales de reducción de huella de carbono” y para ello se describió la siguiente ruta:
1. Actividades mineras que puedan compensar su huella de carbono sin afectar su producción.
2. Abre la posibilidad de que el sector minero invierta en proyectos de energía renovable (PND), incluso dentro de sus procesos.
3. Posicionar los productos mineros de Boyacá como una marca ambiental y climáticamente responsable.
4. Contribuir a la reforestación.
5. Propender por la minimización de residuos.
Además de estos puntos centrales la promesa de Amaya incluye el fortalecimiento de los negocios verdes, la implementación de proyectos de energía renovable e iniciativas de transición agroecológica, entre otras.