Foto: entreojos.co
Aficionados y expertos participarán de la jornada de avistamiento de aves en Boyacá.

Soatá tiene en sus aves un valioso potencial para el ecoturismo 

42 especies fueron identificadas durante la jornada mundial de avistamiento de pájaros. Al cierre de esta edición Boyacá registraba 408.

Soatá fue uno de los 46 destinos de Boyacá postulados por especialistas y aficionados para participar del conteo de aves más grande del mundo que se celebró el pasado 5 de mayo.

Era la primera vez que pobladores de este municipio intervenían en un evento oficial de registro de aves y lo hicieron en compañía de profesionales de las universidades Distrital y Nacional.

Durante la planeación de la jornada se determinó que el bosque seco y el bosque alto andino serían los sitios apropiados para el avistamiento. Así lo explicó el ornitólogo Daniel Montejo quien aseguró que esta diversidad de ecosistemas con los que cuenta Soatá aseguran la presencia de una importante variedad de especies de fauna y de flora.    

El recorrido comenzó a las 5 y 30 de la mañana en un área de bosque seco de la finca El Reposo, ubicada entre el casco urbano de Soatá y el sector de Puente Pinzón.

A las 6 y 20 a.m. ya se había observado un ejemplar de la Amazilia castaneiventris más conocida como la quincha de Soatá, una especie de colibrí endémica que se encuentra en vía de extinción y que se caracteriza por que la mayor parte de su plumaje es verde mientras que su vientre es de color castaño. 

El colibrí Amazilia castaneiventris conocida como la quincha de Soatá es un ave endémica de Boyacá. Foto: Daniel Montejo.

Montejo, biólogo de la Universidad Distrital, señaló que aunque se trata de un ave común en este territorio, su población ha ido disminuyendo por lo que llamó la atención de las autoridades y de la comunidad para que se adelanten acciones de conservación de la vegetación nativa de la cual depende su subsistencia.

El ornitólogo reportó que en este bosque seco se identificaron 22 especies de aves y que con seguridad su número podría ser mayor si se hiciera un estudio más detallado.   

La inspección a la avifauna de Soatá incluyó a la reserva La Labrandera, situada en el sector Piedesecho, en donde prima el bosque alto andino. Allí la tarea era encontrar a la cotorra montañera, sin embargo, la lluvia lo impidió. A pesar de ello el registro final de este predio fue de 20 especies entre ellas pavas montañeras y colibrís.

En total Soatá se reportó con 42 especies en desarrollo del Global Big Day 2018 en el que al cierre de esta edición Colombia se mantenía en el primer lugar con 1.483 especies, seguido de Perú, Ecuador, Brasil y México.   

Boyacá, con 408 especies registradas preliminarmente, se ubica en la posición 10 mientras que Antioquia y Valle del Cauca se disputan el primer lugar.

El compromiso es conservar

Esta pareja de garrapateros se observó en el bosque seco de Soatá.

Ramiro Medina hace parte de una asociación que está empeñada en promover el ecoturismo en Soatá a partir del potencial de su avifauna. Destacó que en predios como El Reposo su familia se ha preocupado por cuidar el hábitat de las aves a través de conservar y resembrar el Yátago, una planta que les provee alimento y que es utilizada para proteger las fuentes de agua.   

Medina se mostró satisfecho por el resultado de esta primera participación en un evento mundial de observadores de aves y confió en el apoyo de la Alcaldía y la Gobernación para la protección de los ecosistemas y la capacitación que se requiere a fin de consolidar al ecoturismo como una alternativa económica para sus pobladores.   

También en la reserva La Labrandera Etzel Javier Hernández y su familia están convencidos de que la protección del bosque alto andino genera condiciones propicias para la presencia de aves de diferentes especies.

En ese predio, de alrededor de 300 hectáreas, sobresale un tupido bosque de roble que facilita la producción de agua y les permite condiciones de subsistencia a otros miembros de la fauna silvestre como venados, ardillas y zorrillos.

Etzel Javier asegura que le debe su vida al bosque. Luego de padecer serios quebrantos de salud y de someterse a un penoso tratamiento que menguó sus fuerzas, decidió regresar a sus andanzas por los senderos de La Labrandera. Afirma que el agua que emana de las montañas y el aire puro que allí se respira le devolvieron la salud y la esperanza. 

Su misión es seguir luchando para que el bosque de roble continué incólume y Soatá pueda mantener su condición de área importante para la conservación de las aves. 

 

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