Imagen: Luis E. Albesiano.
El grupo de estudiantes en la entrada de la Reserva de Aves El Paujil.

Tenemos clase en el bosque

Un proyecto universitario que recorrió el último relicto de bosque tropical del Magdalena Medio está nominado al Premio India Catalina.

– Buenos días, hoy vamos a hablar de la Serranía de las Quinchas.

Con esta introducción Luis Enrique Albesiano comenzó su clase de narrativa audiovisual con los estudiantes de séptimo semestre de Comunicación Social de la Universidad de Boyacá.

Transcurría la primera semana de febrero de 2016 y como en cada inicio de semestre era preciso planear desde ya el desarrollo del trabajo que realizarían durante los próximos cuatro meses, lo que no imaginaban Albesiano y su grupo de iniciados realizadores era que el tema escogido los haría llorar. 

¿Y por que llorarían? Por las picaduras de los insectos, por el calor, por las largas horas de caminata en busca de unas buenas imágenes, por tener que dormir en el suelo o viajar apiñados en un carro que les prestó la Alcaldía de Otanche, porque se les acabó la plata o porque la alimentación resultó decepcionante por lo repetitiva. Durante los cinco días de la reportería solo comieron atún, pasta, arroz y jugo de caja.

Alexandra Pardo, una de las estudiantes que integró el equipo de producción en calidad de guionista, admitió haber sido la que más lloró por saberse en esas condiciones: incomunicada, en medio del último relicto de bosque tropical del Magdalena Medio y distante 250 kilómetros de su zona de confort.

Cuando recuerda todo lo que vivieron con sus compañeros durante el recorrido experimenta una diversidad de sensaciones. De pronto hace una pausa en su relato, dirige la mirada hacia el horizonte y se queda con lo que más la enriqueció: el trabajo de campo en un terreno tan inhóspito y reconocer el valor ambiental de la Serranía de las Quinchas.

En la comodidad de su casa nunca le hubiera dado importancia a este que es considerado como uno de los pulmones más importantes del planeta y calificado por el Fondo de Alianzas para los Ecosistemas Críticos (CEPF) como un lugar hotspot en la captura del exceso de CO2 o dióxido de carbono que es emanado por la quema de combustibles fósiles y en general por los procesos industriales, principales responsables del calentamiento global.

Descubrieron la barbarie

Cinco días duró el recorrido de los estudiantes por el bosque de la Serranía. Foto: Archivo particular.

Cinco días duró el recorrido de los estudiantes de Narrativa audiovisual por la Serranía. Foto: Archivo particular.

Saber sobre el potencial de esta reserva fue el principal aprendizaje de la aventura que llevó a este grupo de estudiantes por un sector del Parque Regional Natural Serranía de las Quinchas, un ecosistema que hoy sigue luchando por sobrevivir a la deforestación a la que ha sido sometido por décadas con la complicidad de las comunidades y las autoridades de Otanche y Puerto Boyacá, la barbarie de los grupos armados ilegales y los traficantes de madera y de narcóticos, y la poca efectividad de las autoridades ambientales y de seguridad, como la Policía y el Ejército, que por mucho tiempo dejaron que se arrasara con el bosque, se traficara con la fauna y se contaminaran las fuentes de agua.

Según Hugo Armando Díaz Suárez, director de áreas protegidas de la Corporación Autónoma Regional de Boyacá (Corpoboyacá), en 1959 existían dos millones 400 mil hectáreas de un ecosistema totalmente conservado, hoy solo quedan 80 mil hectáreas de las cuales apenas 21.226, efectivamente conservadas, conforman el Parque Regional de las Quinchas.

Albesiano y sus coequiperos no esperaron encontrarse con ese panorama. Este trabajo de la clase de narrativa audiovisual les permitió descubrir al mismo tiempo la belleza y la barbarie. El esplendor de una vegetación exuberante y de una rica variedad de fauna como la que pidieron apreciar en la Reserva Natural de las Aves El Paujil y el contraste de montañas erosionadas por la ambición depredadora del hombre.

Sin embargo, en el diálogo con sus entrevistados, algunos de ellos responsables del deterioro, por ignorancia o falta de oportunidades, descubrieron a hombres y mujeres conscientes del daño y dispuestos a cambiar sus hábitos de producción. Muchos son guardabosques que cambiaron la motosierra por el cacao, el café, el plátano y la piña.

Lo que en principio fue un ejercicio académico se convirtió en una experiencia de vida para el profesor y sus pupilos que como se relató al principio de esta historia se sometieron a dejar las comodidades para descubrir que hay vida más allá de un salón de clases.   

El producto de esta indagación en el terreno es un documental de 21 minutos titulado ‘Serranía de las Quinchas’, trabajo que hoy está concursando en los premios a la televisión India Catalina como uno de los mejores en la categoría Nuevo creador.

Además de Alexandra Pardo y del profesor Albesiano, el grupo lo integran Carolina Herrera, Angie Suárez, Alejandra Ramírez, Julián Castillo, Cristian Rátiva, Michel Moreno, Daniel Ruiz, Jimena Peña, Jaiver Rojas y Camila Parada. La locución es de Luis Guerrero y la fotografía de Halley Álvarez. La operación del dron, que entre otras situaciones adversas se extravió en el bosque durante 15 días, estuvo a cargo de Andrés Sánchez.

La financiación del audiovisual,  con un costo de producción cercano a los ocho millones de pesos, se logró gracias al aporte económico de los mismos estudiantes, y a contribuciones logísticas suministradas por la Universidad de Boyacá, Corpoboyacá, la  Cruz Roja Colombiana, la Alcaldía de Otanche y  el diputado Jaime Raúl Salamanca.    

Los realizadores están ansiosos con la nominación al India Catalina, pero con premio o sin él, saben que el esfuerzo valió la pena.

  

      

 

 

 

 

 

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